Ayer te vi,
después de 187 dÃas. Estas más delgado y te ha dado por fumar. Me haz dicho, “¿vez?,
es como si nunca me hubiese ido.” Después de oÃrte me ha dado por ponerme
triste. Porque lo que no sabes, cariño, es que ya nada es lo mismo. A ti te ha
dado por fumar y a mà por dejar de pensarte a menudo. Sacas un cigarrillo, lo prendes y me miras. “¿Estas
feliz de estar aquÃ?” me preguntas. Y yo solo quiero preguntarte “¿Dónde estás?”.
Porque te miro y no puedo encontrar aquel muchacho que solÃa tumbarse en la
arena conmigo a escuchar música de los ochenta.
“Si”, te contesto aunque puedo ver en tu ojos que sabes la verdad. “¿Eres
feliz?”, te pregunto. Le das una calada a tu cigarrillo y me miras. “No”,
contestas. “Aunque pienso que puedo llegar a serlo”. “No hay nada en el mundo que desee más”, te
digo. “No estás aquà para quedarte, ¿verdad?”, preguntas. “No”, no necesito decirte nada más. Te acercas
y me abrazas. Hueles a cigarrillos y tristeza. Te abrazo con más fuerza,
mientras pienso: “No es domingo, amor, resulta que es lunes.”
Subscribe to:
Posts (Atom)