Ya hace algún tiempo que no escribÃa por acá y
aún más tiempo que no escribÃa uno de mis monólogos internos. Hoy les quiero
hablar sobre bebes. No, no se preocupen este no será un post acerca de cuan
hermoso son los bebes ni que “bendición” es tenerlos. Vale, debà haber dicho
que pensaba hablar de la decisión de tener hijos. Los que me conocen saben que
siempre he dicho que no quiero tener hijos. No me malinterpreten, me gustan los
niños. Tengo dos sobrinos hermosos a los cuales adoro. Pero hasta ahÃ, al final
del dÃa puedo devolverlos y seguir con mi pacifica, algunos dirán algo egoÃsta,
vida. ¡Oh!, pero yo decirle eso a las
personas. Es abrir una caja de pandora. Es casi como cuando explota un tubo de
agua en tu casa y te empapa todo. Muy pocas personas pueden aceptar mi
decisión. Lo toman casi personal. Como una ofensa contra su persona. Y
comienzan los terribles “te vas arrepentir”, “eso dices ahora” o mi favorito
“Dios te va a castigar”. ¿Qué se supone que deba responder? ¿Por qué tengo que
justificar mi decisión? Eso dice mucho de nosotros como sociedad, que tengamos
que justificar nuestras decisiones cuando son diferentes a los demás. Pero
bueno, ese es tema para otro dÃa. La historia que les quiero contar es esta. El
otro dÃa estaba yo desayunando con unos compañeros de la universidad, cuando
inevitablemente surgió el tema de tener hijos. Ahora, deben tener en cuenta que
cuando surgen estos temas suelo guardarme mi opinión. No porque me abochorne de
ella, sino, porque me cansa tener que explicarla. Y porque rara vez encuentro
una persona que la respete. En cambio, en ese dÃa decidà unirme a la
conversación. Me dije, estoy con adultos, adultos que ya están en maestrÃa y
son open minded. Asà que decide arriesgarme. Chicos, que malÃsima idea. Por supuesto, vinieron los comentarios
usuales: “te vas a arrepentir”, “eres egoÃsta” o “es que no tienes la madurez
todavÃa”. A esta última siempre contesto que el que este tan segura de esta
decisión demuestra que tengo la madurez. Pero por supuesto nadie me entiende. Lo
que no esperaba escuchar fue el siguiente comentario, “Déjala, la salvación
espiritual es individual.” WHAT!! ¿Qué tiene que ver mi salvación con tener
hijos? ¿Desde cuando se convirtió no tener hijos en un pecado? ¿Por qué Dios va
a castigarme por tomar la decisión de no tener hijos? Imaginan como quede. No
pude contestar. Solo un simple, “cada cual está en su derecho de tener una
opinión.” Después me puse a pensar, cuan avanzados estamos en la tecnologÃa y
aun asà cuan atrasados estamos con nuestras ideas, nuestras creencias. Que haya
personas que piensen que el no tener hijos automáticamente me hace estar de
malas con Dios. Lo cual no puede estar más lejos de la realidad. Yo creo que
Dios sabe cómo pienso y más importante sabe cómo me siento. Y creo que tengo la
madurez suficiente para decidir que no quiero ser madre. Simplemente es algo
que no me hace falta para ser feliz. Y por esa decisión la sociedad me castiga,
y ahora me amenaza con la condenación eterna. Señores, tener hijos es un
responsabilidad enorme. No todo el mundo nace para tenerlos y eso está bien. En
estos tiempos en que se tienen hijos por jugar y sin pensar creo que mi decisión
deberÃa ser refrescante. No piensen que la tomo sin haberlo considerado. He pensado
mucho al respecto. Me he hecho preguntas difÃciles. Y fue difÃcil aceptarla, de
nuevo porque la sociedad nos ha engranado que las mujeres debes tener hijos y
que si no los tienen no están completas. Pero la alternativa seria tenerlos y
no ser feliz. Porque los voy a amar, claro son mis hijos. Pero sé que no tendrÃa
una vida en paz, que me sentirÃa culpable por no sentir que ellos me llenan,
que me dan paz, etc. Asà que, no quiero tener hijos. Punto. Creo que somos más
y más las mujeres que tomamos esta decisión y ya va siendo hora que la sociedad
nos acepte y respete nuestra decisión. Después
de todo lo que nos critican no van a estar ahà cuando él bebé se despierte a
las 3 de la madrugada y no se vuelva a dormir. No, ahà estamos solas.
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