El reflejo de una historia.


Ella se esta maquillándose en el espejo del baño. Él se le acerca por detrás y la abraza. Ella mira el reflejo de ambos en el espejo. Él mientras tanto la mira a ella. Ella piensa que diferentes son. Él piensa que son perfectos el uno para el otro. Ella mientras tanto piensa en decirle que ya no le ama igual. Él, sin embargo, piensa en cuanto la ama. Ellos son el reflejo perfecto. La superficie de la felicidad inventada. La punta del iceberg de la falsedad. Ella sonríe preguntándose por decima vez cuando le dirá la verdad. Él sonríe porque le hace feliz verla feliz. Cual iluso soñador que piensa que todo anda bien. Cual falsa actriz fingiendo ser protagonista de una historia que no es suya. Allí en el espejo el reflejo de todo lo que creen ser y nunca serán.  Y su historia no es más que una inventada en la cabeza de solo uno de los dos. El sueño de uno y la pesadilla del otro. El reflejo de lo que pudo ser y nunca llego a ser. La maldición de todos aquellos que aman aun cuando el amor se ha acabado. 

Un encuentro.


Ello lo espera en el aeropuerto moviendo nerviosamente su pie izquierdo. Tiene que admitir que le ha pasado por la cabeza que no llegara a buscarla. Su maleta también se ha tardado lo que han parecido horas. Cada vez son menos las personas a su alrededor. En ese momento su teléfono anuncia la llegada de un mensaje de texto. “Te ves hermosa…”, ella mira a su alrededor pero, no le ve por ningún lado. “¿Donde estas?” le devuelve sonriendo.  “Aquí…” le susurra al oído mientras la rodea con sus brazos. Sorprendida se voltea y allí esta. Él. Con su sonrisa de medio lado. “¿Pensabas que no vendría?”. “No, para nada”, le contesto tomándole de la mano. “Mentirosa”, le dijo besándola en la nariz. “La verdad es que llevaba tiempo mirándote desde lejos. Convenciéndome que realmente estabas aquí. Te extrañe pero, eso ya lo sabes. Te quiero pero, eso también lo sabes.” Ella se queda mirándole un par de minutos. “Te creo pero, eso también lo sabes.” Y salen sonriendo del aeropuerto sin saber que justo en ese momento todo cambiaría. 

Nueva York en Agosto.


Dos amigas se despiden de quien las ha llevado al aeropuerto. Una de ellas con mas entusiasmo que la otra, después de todo fue su novio quien las llevo. Con maleta en mano se dirigen al terminal asignado. Mira si están tan emocionadas que olvidan pasar por aduanas pero, que importa pronto estarán en Nueva York.  Se repiten continuamente “¡Lo estamos haciendo!”. Les parece imposible que estén apunto de viajar juntas. Una de ellas, hace unos días atrás, le comentaba a la otra como si saber donde cada una vivía o el nombre de los padres de la otra iban a viajar juntas. La otra tras pensarlo mucho le dijo las siguientes palabras: “Estuve pensando en lo que dijiste y ¿sabes que? Existen tres clases de personas en la vida: la primera es aquella que sabemos de ellos cosas como donde viven, como se llaman sus padres o a que universidad fueron. La segunda, aquellas que sabemos cuales son sus sueños, sus miedos, que les apasiona, a la cual llamamos a contarles  lo que nos pasa por que sabemos que no nos juzgara. La tercera es una combinación de ambas. Tu y yo somos las segunda, quizás no sepa donde vives o como se llaman tus padres pero, sé que compartes mis ideas, que me escuchas sin juzgar y conoces partes de mi que nadie mas sabe y eso es lo importante.”  Es conversación vuelve a sus cabezas cuando están esperando para entrar al avión. Ya sentadas en sus asientos, no una al lado de la otra desgraciadamente, esperan ansiosamente sentir al avión dirigirse a su destino. Y aunque una de ellas ya ha visitado la ciudad, no deja de sorprender como aun se emociona con solo pensar que estará en ella en tan solo unas horas. Le parece que lo esta visitando por primera vez y de cierta manera lo es. Pasadas las horas, entre películas, música y una que otra siesta. Al fin se escucha decir que en pocos minutos aterrizaran en Nueva York. Desde sus asientos, ambas, pueden verlo hacerse mas grande. Y sin tener que preguntar se sabe que están teniendo el mismo sentimiento, quizás con una leve variación de intensidad. Ya en la salida mientras esperan a quien las va a buscar no se imaginan que desde ese día ese viaje estará en sus mentes para siempre. Casi, casi como si hicieran historia.  

Continuara... 

Carta #3



Cecilia:
                Me pides que te diga que sigue en nuestra historia. En vez de eso te voy a contar una historia: “Había una vez un hombre que mientras caminaba por una de las calles de su ciudad conoció a la que se convertiría en el amor de su vida. Le enamoro su sonrisa, sus ojos, su manera de caminar y hasta su nombre.  Solo que había un problema, ella estaba con alguien más. El hombre intento sacársela de la cabeza. Salió con otras mujeres pero, siempre terminaba comparándolas con ella. Un día en el que no podía estar un segundo más en su apartamento decidió visitar su librería favorita. Y cual milagro de la vida allí estaba ella. Con su pelo negro, que le llega justo al comienzo de su cintura, cubriéndole la mitad del rostro que tanto él había pensado los últimos días. Encorvada leyendo un libro, con lo que le pareció a él la sonrisa más hermosa, estaba ella. Allí en su lugar favorito. Con la misma sonrisa que el porta cuando encuentra un libro que le apasionaba. Como si hubiese dicho su nombre en voz alta ella lo miro con aquellos ojos azules que tanto le fascinaban. De todas las librerías que había en su ciudad ellos tenían que encontrarse en la misma. Fue como si la vida y sus pensamientos se alinearan y ambos terminaron allí. Ese día el hombre y la mujer hablaron por horas para luego terminar dando una caminata por la ciudad. El hombre no pensó que la volvería a ver hasta que semanas después le sorprendió observándolo desde lejos. Él, enamorado al fin, le siguió hasta su casa y copio su dirección. Estuvo días pensando en que escribirle en aquella carta que más tarde le enviaría. Aquella carta que cambiaria todo, que los haría mas valientes. Se escribieron por meses hasta que un día se dieron cuenta que tenían que tomar una decisión. Tenían que escoger. Había llegado la parte más difícil. Ella escogió, y ahora si pasas por ese parque bien famoso de la capital del mundo los puede ver. Sentados en la grama leyéndose el uno al otro. Sonriendo. Felices. Enamorados. Juntos.” ¿Qué te pareció la historia, Cecilia? ¿Te gusta para nosotros? Me pides que te diga que siga pero, no soy yo el que tiene la respuesta. La tienes tú. Si por mi fuera te tuvieran en mis brazos ahora mismo. Si por mi fuera te llevaría lejos. Si por mí fuera, serias solo mía. Si por mí fuera…pero no lo es. ¿Que sigue dices, que tal un final feliz?  Así que dime Cecilia, ¿rescribimos historia?

- Adam

Respuesta a una carta de amor.



Querido Adam:
                ¿Me crees si te digo que esperaba tu carta aun cuando no tenia idea de que la ibas a enviar? Era como si de alguna manera supiera que pensabas comunicarte conmigo. Tu carta me ha hecho suspirar, reír y si, una que otra lagrima he botado. Tienes razón con eso de que lo nuestro es difícil pero, no imposible. A veces me pregunto si no es eso peor. Porque se hace más difícil cuando se sabe que la posibilidad existe pero, somos demasiado cobardes para aprovecharla.  Porque apareces justo ahora, demasiado tarde. Demasiado perfecto. Demasiado ideal. Justo para mí. Siempre había deseado conocer a alguien que le gustara enviar cartas. Es cierto eso que dicen cuidado con lo que deseas. No tenia idea de que te habías dado cuenta que te observaba, no soy muy buena, ¿verdad? Estas últimas semanas he estado rompiéndome la cabeza intentando encontrar una solución. Intentando ver como hacemos para que nadie salga herido pero, eso es una de las pocas cosas imposibles en esta vida. Somos egoístas, ambos, por querer algo que ya había prometido darle a alguien más. Por querer contigo lo que pensé que tendría con el.  ¿No es todo ser humano egoísta? Especialmente aquel que dice estar enamorado. Tú dices no saber nada de mí, yo difiero. Sabes todo. Sabes lo importante. Sabes lo que me hace ser yo. Me ves. No se si pueda darle la espalda a eso. ¿Por qué haz llegado tarde? ¿Dónde estuviste todo este tiempo? Te extraño aun cuando no se como es estar contigo.  Contigo pierdo la coherencia, pierdo la noción del tiempo, contigo me siento libre. ¿Cómo es que sabes justo que decir para hacerme dudar todo excepto a ti? Hay una cita que dice así: “I fell in love the way I fall sleep: slowly, then all at once.”  Así fue como me enamore de ti.  Te fuiste metiendo a mi vida de a poco y de pronto eras todo lo que podía ver.  ¿Por qué ahora, Adam? ¿Por qué no hace dos años? Lo se, lo se dirías que para estas cosas el tiempo esta ya puesto. Que todo tiene su momento, pues, creo que escogimos el equivocado. ¿Quieres que te diga como termina nuestra historia? Pues no tengo la menor idea. ¿Quien dijo que tenía que terminar? No seria una mejor pregunta, ¿Qué sigue en nuestra historia? Dime Adam, ¿Qué sigue en nuestra historia?
                                                                                                                                                                -Cecilia

Post Data. Mi color favorito es el azul.

Una carta para Cecilia

Cecilia:
                Te preguntaras como he conseguido tu dirección, pues, tengo que admitir que la verdad es que uno de esos días en los que pensabas que no te veía, mientras me observabas en una de las calles de Manhattan, decidí seguirte hasta tu casa.  Estarás pensando, “Perfecto resulto ser todo un psycho”, pues no. La verdad es que no podía pasar un minuto más sin que te dijera como me haces sentir. Y dirás, suena justo como en las películas. Puede ser pero, no por eso mis palabras dejan de ser menos ciertas. No voy a decirte que lo nuestro es imposible porque casi nada en esta vida lo es pero, si es difícil. ¿Cómo todas las cosas que valen la pena, no? En esta historia, nuestra historia, alguien saldrá herido. Presiento que más de uno. Inevitablemente alguien saldrá con el corazón roto. Como en todas las historias que hay mas de dos. ¿Seré egoísta porque una parte de mi no le importa? Esa misma parte que te quiere solo para mí. Es curioso, sabes, como a penas y te conozco y ya hablo de ti como si me pertenecieras. La verdad es que te llevo en la sangre, Cecilia. Dime como fue que te fuiste a meter ahí. Como eres lo primero que pienso en la mañana, como es que cada vez que veo algo en una tienda me pregunto si te gustaría a ti. Ni si quiera se tu color favorito o si duermes de lado. Si te gusta vivir aquí o es solo una parada más en tu viaje. Descubrí que no se casi nada de ti. Solo que cuando te veo mi corazón se detiene por unos segundos. Que las tiendas de libros te hacen sentir igual que a mi. Que esperas unos minutos para beber tu chocolate aunque después este frio. Que pasas el dedo por tu nariz cuando estas nerviosa  o que mueves tus manos cuando intentas explicar algo complicado. Esas son las cosas importantes, ¿no? Las que nadie mas ve pero, yo las noto. Porque no puedo no estar pendiente a cada detalle de ti. No sabré tu primer apellido, donde naciste o que edad tienes. Lo que se es que rara vez andas con el pelo suelto, que siempre andas con las uñas pintadas de un color distinto, que cuando estas llegando o ves un libro que te gusta cierras los ojos por un momento como agradeciéndole a la vida. No sabré cosas como el nombre de tu padres, si tienes hermanos o si fuiste a la universidad pero se lo mas importante que no soy solo yo el que anda sintiendo estas cosas. Así que, ¿Qué haremos, entonces, Cecilia? ¿Cómo termina nuestra historia? Anda, cuéntame el final que muero por saberlo.
                                                                                                                                                                               -Adam