Bésame.
Aunque no sepa si quiero que lo hagas. Aunque mis manos se mueran por acariciar
tu rostro y a la misma vez no hagan otra cosa que alejarte. Aunque mi corazón palpite de miedo o emoción porque ya para mà son lo mismo. Aunque
mis labios tiemblen de ganas y de decir
que no. Bésame. Aunque en la mañana me arrepienta para luego volver a querer
que lo hagas. Aunque compare tus besos
con otros y a la misma vez no encuentre comparación alguna. Aunque mis ojos te supliquen que esperes un
segundo más. Bésame. Para saber si
quiero que lo sigas haciendo. Aunque te diga una y otra vez que no quiero que
lo hagas. Bésame. Y compruébame, asÃ, que estaba equivocada.
El mundo está de cabeza.
March 25, 2013
Isabel esta
petrificada al pie de las escaleras. Por su cabeza lo único que pasa es joder,
joder, joder. Le parece todo un sueño o mejor dicho una pesadilla porque es
imposible que Julián y Marcos estén en el mismo lugar. Isabel no sabe qué
hacer. Mientras debate que hacer, Julián
toma la decisión por ella.
-Isabel,
espero no interrumpir. Solo vine a devolverte tu libro- Isabel solo escucho su
nombre. Julián nunca la llamaba Isabel, ni siquiera aquel fatÃdico dÃa en que
todo habÃa acabado.
-Gr…Gracias.
Ni siquiera me habÃa percatado de que lo habÃa dejado. – contesto Isabel, tan
bajito que casi no la pudieron escuchar.
-¿Te
gustarÃa pasar? Lo menos que podemos hacer es ofrecerte algo de tomar. Después
de todo vienes desde la ciudad a entregarle un libro a Isabel.- hablo por
primera vez Marcos. Isabel querÃa
matarlo. ¿Julián en su apartamento?
Quizás podrÃa fingir que se desmayaba, asà no tendrÃa que enfrentar nada
de esto. La verdad no cree que tenga que fingir mucho. Julián vuelve a tomar la
decisión por ella.
-Gracias,
pero no hace falta. Solo pasaba a entregarle el libro. Tengo que estar en otro
lugar, pero imagine que Isabel querÃa su libro de vuelta antes del examen- Ahà está
de nuevo, su nombre. Si Julián supiera cuán difÃcil es escucharlo llamarla
Isabel.
-No tenÃas por
qué molestarte, tengo otra copia. De todos
modos gracias por traerlo.- Isabel le contesto, mirándolo a los ojos tratando
de transmitirle lo mucho que significaba su visita aun cuando no pudiera
decirlo. Julián desvÃa la mirada, mandÃbula apretada.
-Cierto, es
solo un libro. Perdona la molestia- le devuelve, mirándola a los ojos. Isabel
quiere gritarle que no es solo un libro. Que es más que eso. Que se ha
convertido en todo, pero en la puerta Marcos la mira confundido. Isabel camina
hacia él y le toma la mano. Marcos le sonrÃe e Isabel se siente aún más
culpable.
-SÃ, es
solo un libro. Gracias de todos modos- logra decir, aun cuando tiene un nudo en
la garganta. Julián le extiende el libro, sin mirarla, se gira y se va sin
decir nada más. Isabel lo ve irse y no puede evitar las ganas de salir
corriendo detrás de él. No, no puede hacer eso. Aprieta el libro contra su
pecho y se vuelve hacia Marcos.
-Te extrañe
hoy. Quizás más que nunca.- le dice. Pone una mano en su mejilla y lo besa
suavemente en los labios. Marcos la acerca hacia él y la rodea con sus brazos.
-Yo también
te extrañe. Por cierto, tu amigo es un poco extraño e intenso.- dice Marcos
riendo.
-SÃ, lo es.
Vamos, entremos, tengo mucho que contarte- contesta Isabel mientras le toma de
la mano y entran al apartamento. Isabel no puede evitar pensar que esas no serÃan
las palabras que utilizarÃa para describir a Julián. Infinito. Si, esa serÃa una mejor palabra. Lo
que no sabÃa Isabel era que en aquel libro habÃa subrayada una oración que cambiarÃan
todo…
“Mi estrategia es que un dÃa cualquiera no
sé cómo ni sé con qué pretexto por fin me necesites…”
Monólogo interno: Parte IX
March 18, 2013
ImagÃnate
obtener todo aquello que siempre has deseado. El carro, la casa, poder viajar
por el mundo, el empleo deseado, que la persona que amas te amé devuelta,
cualquier cosa que desees. No tienes que tan solo pensarla y ya la tienes. ¿Te
lo imaginaste? Se siente bien, ¿verdad? ¿Pone una sonrisa en tu rostro? Bien.
Ahora imagÃnate que pierdas todos eso, puff, de repente ya no tienes nada. O
peor aún que eso que siempre querÃas tener resulte no ser lo que pensabas,
resulte ser que no te llena o que no te hace sentir como pensabas. Y ahora, ¿cómo
te sientes? Se fue la sonrisa, ¿verdad? Ustedes se preguntaran a donde voy con
todo esto. Les parece hasta cruel de mi parte. Apuesto que tienen la frente
fruncida preguntándose que demonios hacen leyendo esto. Pues la verdad hice
todo este ejercicio porque a veces deseamos cosas sin saber mucho de ellas, sin
saber si en realidad no harán felices. Las deseamos porque otras personas las
tiene, o porque es lo último de la moda, o porque todo el mundo lo está
haciendo, quizás hasta porque nos dan un cierto sentido de seguridad. Lo que pasa con desear cosas de la cuales no
sabemos mucho es que, usualmente cuando por fin las tenemos no nos hacen
felices y lo peor ya no podemos devolverlas. Por ejemplo, deseamos con todas
nuestras fuerzas que esa persona de la cual llevamos años enamorada se enamore
de nosotros. Sin pensar que no sabemos absolutamente nada de ella. ¿Cómo puede
uno estar enamorado de alguien que no conoce? Y entonces, casi como un milagro,
esa persona por fin se fija en ti. Es más, hasta podemos decir que se enamora
de ti y tu, entonces, te das cuenta que después de todo no era lo que querÃas. No
suena justo, ¿verdad? Pareciera que es una broma del destino, otorgarte lo que
quieres para más tarde arrebatártelo o jugarte semejante pasada, pero, ¿en
realidad es culpa del destino? ¿O de nosotros? Por querer cosas sin conocer muy bien eso que
queremos. George Bernard Shaw escribió: Hay dos tragedias en la vida. Una es
perder lo que tu corazón más desea y la otra, conseguirlo. Yo creo que tenÃa razón.
Yo creo que ambas van de la mano. Que el universo no te otorga aquello que más
deseas sin alguna condición por el lado y es ahà cuando se convierte en una
tragedia.
210 dÃas
March 11, 2013
210 dÃas hace
que ya no estás en mi vida. 210 dÃas de extrañarte todo el dÃa. De estar a
punto de levantar el teléfono para contarte mi dÃa. 210 dÃas de solo pensar en
los si hubiera, en los que habrÃa sido. 210 dÃas de insomnio por no poder parar
de pensarte. 210 dÃas de que me pregunten por ti y tener que responder que ya
no estas. 210 dÃas de preguntarme si me piensas como yo lo hago,
constantemente. 210 dÃas de recuerdos, de palabras y silencios. 210 dÃas de
querer y no querer que vuelvas. 210 dÃas de comer a medias o no comer nada. 210 dÃas de ganas de ti, de escucharte, de verte o tocarte y a veces las tres que es mucho peor. 210 dÃas de sentarme aquà repasando todo lo que paso para intentar
descubrir cuando fue que todo se fue a la mierda. 210 dÃas de querer y no
querer olvidarte. 210 dÃas con tu lado de la cama vacÃo. 210 dÃas de esperar
que suene el teléfono. Nunca lo hace. 210 dÃas de caminar por las calles y
verte en cada esquina. 210 dÃas de ese segundo justo antes de levantarme en el que se me olvida que ya no estas. 210 dÃas….de amarte y odiarte, que se ha vuelto la misma
cosa....210 dÃas.
Monólogo Interno: Parte VIII
March 4, 2013
Recuerdo haber
tenido una crisis existencial cuando cumplà veintitrés y al parecer se ha
convertido en algo que pasa una vez al año. A unos dÃas de mi cumpleaños me voy
desesperando cada vez más. Porque será que cuando cumples año es cuando más consiente
te sientes del tiempo que ha pasado. Cuando más consiente te vuelves de las
cosas que creÃas que para este tiempo habrÃas logrado y que aún no has hecho. Pues
sÃ, resulta que se puede cumplir veinticuatro y tener una crisis. Recuerdo que
cuando tenÃa dieciséis, y no tenÃa idea de lo difÃcil que serÃa la vida,
pensaba que ya para cuando tuviera veinticuatro o veinticinco tendrÃa toda mi
vida resuelta. Si pudiera hablarle a esa chica ingenua le dirÃa que las cosas
no siempre son tan fáciles y no siempre resultan como uno quiere. Claro está, después
de darle una cachetada para que despierte. Si, lo sé, suena cruel, pero no
puedo evitar querer que alguien lo hubiese hecho. Que alguien me hubiese dicho
que en la vida no todo es blanco y negro, que también existen áreas grises. Que
no siempre caminamos el camino que creÃamos era para nosotros, pero que está
bien si nos desviamos. Que los sueños y las metas cambian a lo largo del tiempo
y que no hay nada malo en ello. Que se puede tener casi veinticuatro y no saber
aun lo que quieres con tu vida. Que está bien equivocarse, pero que también está
bien tener la razón. Que no hay nada de malo en creer en cosas que los demás no
creen porque si yo soy capaz de sentirlo alguien allá fuera también es capaz. Que
está bien tener esperanzas, pero que uno tiene que aprender cuando dejarlas ir.
Que el amor nunca es como lo pintan y que no voy a saber lo que es hasta que lo
experimente. Que está bien querer hacer algo porque te gusta y no porque te
deja dinero. Que está bien creer, soñar, tener altas expectativas y no querer
darse por vencido. Pero sobre que todo que me hubiesen dicho que no importa el
camino que tome, cuantas veces me desvÃe o me pierda siempre voy a terminar
donde debo aun cuando eso sea donde menos me lo imaginaba. Y que al final todo estará
bien.
Cuatros pisos y un edificio de recuerdos.
March 1, 2013
Isabel se
detiene a tomar un respiro, se quita los zapatos y se dispone a subir los
cuatro pisos para llegar a su apartamento. Libros en una mano, zapatos en la
otra y su mochila en la espalda. DÃas en los que tiene que subir los cuatro
pisos con un revolú de cosas le parece que carga el peso del mundo en sus
hombros. Suspira. Un escalón, y recuerda la sonrisa de Julián. Dos escalones,
recuerda su voz. Tres escalones, recuerda su mirada. Ya para cuando ha subido
el primer piso ha pasado por su cabeza la pelÃcula completa. Solo tres pisos más.
Tres pisos de recuerdos, de palabras pronunciadas y no pronunciadas también. De
segundas oportunidades. De pena, risa, lagrimas, Benedetti y Neruda también. Es
extraño como su historia no la ha medido el tiempo si no los poetas y
escritores de sus vidas. Benedetti ese primer dÃa, Neruda unas semanas después,
Poe cuando tres meses habÃan pasado, Twain a mitad del año y al final volvemos
a Benedetti con sus puentes como liebres. Solo dos pisos más. Dos pisos de una
historia dejada a medias. De decisiones difÃciles. De demasiada realidad y poca
magia. Solo un piso más. El peor. El más difÃcil de subir. El que siempre la engaña
haciéndole pensar que ha llegado cuando aun le faltan por subir 18 escalones más.
Recuerda haberle roto el corazón. Recuerda los noches de sueño perdido. Seis
escalones, recuerda su voz leyendo a Benedetti. Cinco escalones, recuerda sus
correos a mitad de la noche con un simple: Te extraño. Cuatro escalones,
recuerda los planes dejados a media. Tres escalones, recuerda las palabras
espero que nunca seas feliz. Dos escalones, recuerda una despedida. Un escalón,
recuerda el vacÃo. Isabel llega la puerta y allÃ, esperándola, Julián con una
vieja copia de Benedetti en las manos. En el mismo momento que sus miradas se
encuentran la puerta de su apartamento se abre y Marcos aparece. Julián y
Marcos. Juntos. ¡Joder!
Labels:
Featured,
historias,
Isabel y Julian
Subscribe to:
Posts (Atom)