Monólogo Interno: Parte XII

En estas últimas semanas he estado pensando mucho en cuando era niña. En cuan fácil y poco complicada era mi vida.  Decía lo que pensaba, hacia lo que quería y perdonaba con una facilidad increíble. No me preocupaba por nada y mis problemas tenían las soluciones más simples. Ya sé, ya se que van a decir. Que el problema es que mientras más uno crece más crecen los problemas y más complicados estos se vuelven. Pero, ¿Sera esto cierto? Piénsenlo bien. No será que más bien, mientras más crecemos más nos complicamos la vida. Que mientras más crecemos más soluciones tienen nuestros problemas por lo tanto más difícil se nos hace resolverlos, escoger. Porque yo creo que no hay cosa que asuste más al el ser humano que tener que tomar un decisión. Cuando somos niños podemos ver el problema con mucha más claridad. ¡Anden! Cuéntenle a un niño uno de sus problemas, para que vean como ellos lo resuelven mucho más rápido que ustedes y tienen una solución mucho más simple.   Eso es lo mas lamentable de crecer…que perdemos nuestra simplicidad. Que perdemos la visión de ver las cosas como realmente son. Que nos limitamos y nos llenamos de prejuicios para luego quejarnos de cuan complicada es la vida. Yo por mi parte extraño eso, la simplicidad con la que los niños pueden ver las cosas. Como para ellos la vida es de todos los colores, no solo blanco y negro. Recuerdo una vez uno de mis primitos me pregunto porque había terminado con mi actual novio. Yo le dije que era complicado y saben que me contesto, con tan solo nueve años, que no lo era. Que era tan simple como decirle que lo amaba.  Tenemos tanto que aprender de los niños. O más bien tenemos tanto que recordar. Cuando un niño quiere algo lo dice. Cuando a un niño le duele algo lo dice. Cuando a un niño no le gusta algo lo dice. Mientras más crecemos más sinceros dejamos de ser, con los demás y con nosotros mismos. Mientras más crecemos más miedo nos da decir lo que pensamos, lo que queremos. Yo creo lo mejor que puede hacer el ser humano es imitar a los niños. Después de todos parecen tener la receta de la felicidad.