Les presento a Rainer Maria Rilke

Son muy pocos los poetas que me gustan, pero sin duda Rilke es uno de mis favoritos.  Aquí un pedazo de él:  

“I’m alone in the world, and yet not alone enough to make each hour holy. I am lowly in this world, and yet not lowly enough for me to be just a thing to you, dark and shrewd. I want my will and I want to go with my will as it moves towards action. And I want, in those silent, somehow faltering times, to be with someone who knows, or else alone. I want to reflect everything about you, and I never want to be too blind or too ancient to keep your profound wavering image with me. I want to unfold. I don’t want to be folded anywhere, because there, where I’m folded, I am a lie.”

Creo que aún no he leído palabras que me describan tanto como estas ni más hermosas. Cuéntame, ¿Cuál es tu poeta favorito? 


Más allá de las probabilidades


Isabel está sentada en su mesa habitual en la biblioteca. Distraídamente pasa la mano por la parte inferior de la mesa, trazando con el dedo la iniciales allí marcadas. IC. Las había puesto allí la primera vez que se topó con la mesa que se encontraba alejada de las demás y en el rincón más obscuro de la biblioteca. Cuando Isabel la vio le pareció perfecta y como todo lo que le parece así, dejo su huella. Cada vez que algo la perturbaba iba allí y casi en automático, trazaba las letras hasta calmarse. Ese día ni eso había podido calmarla. Rodeada de libros con nombres como "Law, Justice and Society: A sociolegal introduction" o "Constitutional Law" y si, escondido entre esos títulos se encontraba Benedetti, Isabel no dejaba de pensar. En su vida. En el futuro. En las cuentas que le faltaban por pagar. En los sueños que le faltaban por cumplir. En las decisiones que había tomado y en las que les faltaba por tomar. En aquel correo electrónico que le había cambiado la vida. Sobre todo en Julián. Julián al que sin querer había herido. Lo peor es que lo había hecho con la verdad y por alguna extraña razón eso lo hacía mucho peor. Hacían ya semanas de aquel mundano día en que le escribió aquel correo. Todavía resuenan en su cabeza las palabras que le escribió..." tengo que dejar de correr, Julián..." "...Quizás algún día, como en la historia, tendremos nuestra oportunidad..." En estos momentos Isabel piensa como se equivocaron al pensar que la verdad duele mucho menos que una mentira. En estos momentos no parece así. Respira profundo. Había hecho lo que debía hacer, no había duda de ello. El problema era que aún le pesaba. Aún le costaba verificar su correo y no encontrar nada él. Y una parte de ella, aunque muy pequeña, se preguntaba si había hecho lo correcto. Su mente sabía eso, ahora, su corazón era otra cosa. No sabía de razones ni mucho menos de lo correcto. En qué lío se había ido a meter y la cuestión era que no encontraba en ella arrepentirse. No, no se arrepentía. Ni de conocerlo. Ni de haberle llegado a querer. Ni mucho menos de aquel correo donde le rompió el corazón. ¡Joder! Sonaba como una completa idiota. Frustrada decidió finalmente irse a su apartamento. Recogió sus libros, se despidió de Maggie, la bibliotecaria, y se marchó. Y sin querer o sabiendas, como ustedes decidan, dejo el libro de Benedetti en la mesa. Y dentro, marcado, lo siguiente... ¿Por qué no he tomado ese bus que me llevaría a ti? Porque el mundo que llevo aquí no me permite estar allí, porque todas las noches me torturo pensando en ti. ¿Por qué no sólo me olvido de ti? ¿Por qué no vivo sólo así?...

Las estrellas de Charlotte III

....

No puedo evitar soltar una carcajada. Solo Emma puede resumir una historia tan larga y complicada con tan solo cuatro palabras. Aunque la verdad tiene razón.

-Tienes razón, pero entiéndeme. Que hay días en los que me parece que no ha pasado. Días en los que me despierto y por un momento pienso que todavía sigue conmigo. Y es ahí cuando el dolor, de repente, se hace más fuerte. ¡Joder! Lo he vuelto a hacer. Vale, vale que es tu cumpleaños y como bien dices, no mi día ni mucho menos el de Luis. Te tengo una sorpresa.

-¿Una sorpresa? Lo que pienso es que no tienes nada planeado y acabas de sacarte la sorpresa de debajo de la manga.  Te conozco, Charlotte.

-Para nada. Te lo juro. Llevo semanas preparando tu sorpresa. Es más, hace días que ya la tengo.

Charlotte está mintiendo por supuesto y se siente mal por ello, pero que debía hacer. La verdad no había tenido cabeza para pensar en el cumpleaños de Emma. Se dispone rápidamente a pensar que sorpresa puede hacer en tan corto tiempo. 

-Ya, Ya. Te creo. Bueno entonces, ¿Cómo debo vestirme? ¿A dónde vamos? ¿Debo empacar? Tienes que decirme algo al menos.

-Nada de eso. Dentro de una hora estoy en tu casa.

-Vale. Te espero.

Charlotte cuelga y sale corriendo hacia su ordenador. Entra en la página de una de las aerolíneas famosas y se dispone a buscar el boleto más próximo hacia Paris. Sonríe. A Emma le va a encantar su idea. Con en el cursor encima de la palabra “Reserve”, en contra de su voluntad, llegan los recuerdos.

Hace un año y medio atrás

-¿Me prometes que iremos a Paris algún día?-pregunto Charlotte esperanzada.

-Te lo prometo. Y nos subiremos a la Torre Eiffel y allí te prometeré nunca dejarte. Para que de una vez me creas.  – le contesto Luis sonriendo.

-Vale. Solo así podre creerlo. – le devuelve Charlotte sonriendo, mientras se acerca y le da un suave beso en los labios.

Charlotte maldice el momento en que comenzó a creer en aquella promesa. El momento en que creyó que él nunca la dejaría. Que tonta, debió haber esperado a que le llevara a Paris. Charlotte pulsa “reserve” mientras piensa que no necesita a nadie para ir a Paris. Es algo que puede hacer por sí misma o mejor aún, con amigas como Emma. Sonríe. Si, irán a Paris. 

Las estrellas de Charlotte II por Yésica Isabel

AVISO
Esta parte de la histora, aunque publicada en mi blog, fue escrita por Yésica Isabel de Hilo Rojo. Hemos escrito esta historia juntas y esta es su proxima parte. Nada de lo escrito en este post me pertenece. 


...

Entonces, volvió a quedar en segundo plano Emma, pero ella ya estaba acostumbrada. Sabía que luego de mi momentum de frustración, volvería ser ella y su cumpleaños lo más importante.

"No logro entender por qué debo querer lo que no puedo tener". 

"Válido cuestionamiento Charlotte", me dijo para luego quedarse callada como dándome permiso para continuar.


"Recuerdo que siempre dije que hablar con la verdad sería fácil y que prefería que me hirieran con la verdad a que me sanaran con una mentira. Entonces llegó ese jueves, 14 de marzo. Yo estaba tan despreocupada ese día. Era un día de esos sin mucha algarabía, un día de rutina. Pero yo estaba feliz, feliz con esa rutina, de ir al trabajo en el centro de la ciudad, salir a eso de las cinco y luego ver a Luis. Ese día todo estaba donde siempre, mi balance, mi alegría, mi tristeza... hasta que a Luis se le ocurrió ser sincero y yo me arrepentí al instante de haber abogado siempre por la verdad. Me había equivocado. 'Yo me he dado cuenta que esto no es lo que quiero'. Claro, yo no imaginaba nada de eso. Esas palabras me llegaron tan desprevenidas como la primera navidad con nieve en Madrid. Once meses de promesas por la mañana terminaron ese jueves a eso de las cinco y cuarenta de la tarde. Él ni esperó a llegar a mi apartamento, lo dijo mientras caminábamos hacia el coche luego del trabajo, pues trabajaba a una cuadra de distancia de mí y habíamos acostumbrado a encontrarnos antes de partir a casa".


"Ya, ya -interrumpió Emma- que ya me sé como termina la cosa. Es la tercera vez en cinco días que me explicas la misma historia, aunque esta vez me pareció un tanto menos entretenida o más aburrida, tú decides - dijo sin endulzar sus palabras- Quizá es porque es mi cumpleaños, no sé".


"Gracias Emma, siempre tan comprensiva".

"... Ok, Charlotte, tienes que ver algo que por tu alma enredada no estás logrando ver y es lo único que voy a decir, porque hoy es mi día y no el de Luis y Charlotte!! -dijo riendo- Eso que cuentas se escucha muy lindo, muy bonito, muy coherente, muy en su justo lugar pero yo lo puedo resumir en cuatro palabras: Luis es un gilipollas. No lo adornes más. A dónde vamos hoy!!?" -YINQ© 2013

------



¿Quieres leer la primera parte de la historia? Lee: Las estrellas de Charlotte 

En un cuarto piso y más arriba.

Y allí en el cuarto piso de un apartamento que no era suyo se dio cuenta de que esto era lo que quería. Este silencio. Este ruido. Este viento. Esta paz. Esta contentura. Esta libertad. Se dio cuenta que tenía mil y una posibilidades y que sólo tenía que escoger una. Que era así de fácil y así de complicado. Y se preguntó porque había tardado tanto para darse cuenta. Para entender. Para escuchar. Para decidirse. Se preguntó de que se lamentaría ahora que al fin había comprendido que si no era feliz era porque no quería. Que sí no tenía libertad era porque ella misma había puesto candado a las cadenas. En aquel cuarto piso se dio cuenta que aunque a veces lo sentía no estaba sola. Y entonces comprendió que todo este tiempo había sido su propia carcelera.