Ciegos.


Ayer tuve uno de esos días, no paso nada particularmente malo. Fui a la universidad, tome un examen me fue muy bien, tome mi clase de seminario y luego pude irme a casa. Pase tiempo con mis hermanas pero al final del día me sentí agotada. No fue un día malo, si miramos de cerca fue un día normal incluso podríamos decir que bueno. Así que no entendía porque me sentía tan triste al final del día. Y me di cuenta que a pesar de que no fue un mal día, estuve todo el tiempo pensando en los días que si fueron malos y eso por consiguiente afecto mi buen día. A veces sin darnos cuenta estamos teniendo un buen día pero estamos tan enfocados recordando los malos que ya no logramos distinguir entre un buen día y un mal día, así que, pensamos que todos son malos días. Si no enfocamos en las cosas malas que existen a nuestro alrededor quedaremos ciegos para ver las cosas grandiosas que hay a nuestro alrededor. Estaba yo tan enfocada en todo lo que tenía que hacer la próxima semana y los problemas que tengo al momento que desperdicie un día particularmente bueno. Desperdicie la alegría de saber que sacaría una buena nota en mi examen o como el quiz para el cual no había estudiado había sido cambiado de fecha. Desperdicie la hora que tuve libre, gracias al profesor que no pudo asistir o como al estar con mis hermanas, las cuales no veo frecuentemente por la falta de tiempo, estaba tan distraída que no las escuche como debía. Todo mi día estuvo lleno de buenas cosas o mejor dicho de magia, pero por estar pensando en un día que todavía no ha llegado no pude apreciarlo. Así que, no dejen que los días malos afecten los días buenos, no todos los días tienen magia y eso es algo que no se debe desperdiciar. Al final de mi día o mejor dicho en la madrugada del otro día cuando aún estaba despierta pensando en problemas, me detuve y, ¿saben los que hice? Me puse mi iPod y comencé a bailar al son de One Republic con apologize o al son de Demi Lovato con Lightweight, y disfrute mi día. Hice una pausa y como dice Luis Fonsi, respiré. A veces es tan sencillo como hacer una pausa y respirar o en mi caso bailar.

Te encontre.

Te vi afuera de una tienda reconocida, fumando un cigarrillo recostado del escaparate.  Detrás de ti unos maniquíes con la ropa de la semana parecían sonreír. Llevabas puesta una chaqueta negra y una expresión de angustia en el rostro. Recuerdo haber pensado que eras lo más hermoso y triste que había visto jamás. Me encontré preocupándome por aquello que te causaba angustia y aun sin conocerte supe que eras especial.  Me debatía en la esquina de la tienda contemplando si acercarme o no, pensando que quizás querías estar solo.  No tuve que decidir, en ese momento levantaste la mirada y me viste allí en medio de la calle con una expresión de indecisión en el rostro y me preguntaste si me podías ayudar en algo. Yo quede muda por momentos pensando en que decir. Sonreíste de lado esperando mi respuesta. Estoy esperando a alguien te conteste. Tus ojos se volvieron tristes por un momento y dijiste en apenas un susurro yo también.  Ese día ninguna de las personas que esperamos llegaron y a la misma vez lo hicieron, ese día nos encontramos el uno al otro. Y casi todos los días paso yo por allí a la misma hora y casi siempre estas allí con el cigarrillo en la boca pero sin expresión de angustia en el rostro. Desde ese día te volviste me rutina, mi cotidianidad.  Ese día te encontré, aun cuando no te busca y cuando menos lo esperaba.

El primer día y el ultimo.

Hace cinco años atrás, un poco más un poco menos, comencé este viaje. La vida nos sorprende constantemente y casi nunca terminamos haciendo lo que planeamos. Porque simplemente la vida no se planea. Sí, podemos hacer planes pero solo siendo consientes de que no siempre se van a cumplir. A veces no recorremos el camino que hemos escogido pero eso no significa que no vamos a terminar donde queremos. Podemos desviarnos pero tenemos que tener la seguridad de que volveremos a nuestro camino tarde o temprano. Yo, por ejemplo, desde que pase la fase de querer ser doctora o abogada, siempre quise ser Psicóloga Forense. Tenía mis planes, haría mi bachillerato en Justicia Criminal con concentración en Psicología Forense en la Universidad de Puerto Rico en Carolina. Pero como son las cosas no logre entrar al programa por dos puntos, sí como lo oyen dos puntos, eso no me detuvo volví a tomar el college board y logre que me aceptaran en el programa. ¿Lo curioso? Nunca fui a estudiar a Carolina decidí empezar en la Universidad de P.R. en Aguadilla, o como le llaman de cariño “CORA”,  aún recuerdo escuchar a la amable secretaria felicitarme y darme la bienvenida a la universidad.  Solo iba a estar dos años allí y luego me trasladaría a Carolina. Fue allí en aquella universidad donde más crecí, pase buenos y malos momentos. Descubrí el significado de la amistad y quienes realmente eran mis amigos. Descubrí que no siempre se puede ser ingenuo y que no en todo el mundo se puedo confiar. Lo curioso tres meses antes de trasladarme a Carolina de repente decidí cambiar mi traslado para Ponce. No lo pensé, un día estando con mi familia decidí irme para Ponce. El 10 de agosto del 2011 comencé el primer día de mi último año de bachillerato y le digo nunca pensé estar aquí ni recorrer los caminos que recorrí. Aprendí que a pesar de que mi plan no se llevo a cabo como quería, terminé donde quería estar a solo 21 créditos para graduarme*.  Recuerdo haber estado sentada en el pasillo cuando un amigo me comento que si estaba prepara para mi ultimo primer día. Y pensé, jamás creí que cuando me preguntaran diría que me estoy graduando de la Universidad de Puerto Rico en Ponce.  Aquí conocí gente muy especial y descubrí una parte de mí que no conocía. Fue aquí donde comencé a escribir en este blog. Así que si la vida los lleva por caminos desconocidos no se preocupen tarde o temprano vamos a llegar a donde queremos. Solo nos queda disfrutar del viaje y crear muchos recuerdos. 

*Update: Acaba de llegar una carta diciendo que me graduaría Magna Cum laude, esta es mi cara :D.

En memoria

Recuerdo donde estaba, en la escuela, recuerdo no haber   escuchado nada hasta llegar a casa. Recuerdo subir las escaleras y encontrar el televisor prendido en un canal estadounidense, CNN para ser específicos, y mi madre sentada en el sillón con una expresión de angustia en el rostro. A penas tenía 12 años y no entendía lo que estaba pasando, solo que no solo uno sino dos de los edificios más importantes de Estados Unidos habían sido derrumbados. Dos aviones se habían estrellado con ambas Torres Gemelas, un ataque terrorista. Hoy, 11 de septiembre de 2011, se cumplen 10 años de tan trágico día, 3,047 personas murieron ese día y muchas más quedaron marcadas para siempre. Hoy es un día que quedara marcado para siempre en nuestra memoria. Mucha gente en este día, hace 10 años, perdieron a alguien, un esposo/a, un hermano, hijo, amigo. A todas esas personas que perdieron alguien y leen esto: Lo siento y espero que hayan podido encontrar la paz que se merecen. Diez años han pasado pero todas esas personas todavía están en nuestros corazones. Recuerdo cuando en mi viaje viste la zona cero, todavía se siente la tristeza y el dolor.  No se puede describir lo que sentí al ver el lugar donde antes solía estar el World Trade Center y no me imagino lo que sintieron aquellos que estuvieron allí ese día. Le pido a Dios que les de paz y serenidad. Recuerdo haber comprado una camisa con un hermoso mensaje y lo quiero compartir con ustedes, dice así: “In darkness we shine brightest”, “En la oscuridad brillamos más fuerte”.  









Independiente

Nunca estuve más cerca de lo incierto en todo mi vida. Lo cierto es, que ahora que estoy aquí y nosé bien donde me encuentro, me encuentro más seguro que nunca, ubicado en ninguna parte pero con una ejercito de sueños, todos por delante.
Harto de ser parte del séquito triste de los que se quejan  y se quedan allí, me propuse intentar hacer las cosas por las que me quejaba para ver si en efecto eran tan simples como las pensaba.
No se trata de un ajuste de cuentas ni de una catedra de nada, es solo ese afán carente de metáforas y estructuras que me lleva al lugar que pretendía que fuera cálido como mi primer casa uterina donde no me faltaba nada y sólo dependia del más grande amor de mi vida.
Tengo los zapatos que me gustan y los uso porque me gustan y me vienen cómodos, no porque los necesito para pertenecer a ningún grupo. Tengo las canciones que soñé y el camino que les toca lo cuidaré porque nunca fueron tan mías como lo son ahora. Reconstruyo los sueños rotos y los armo a mi antojo para formar figuras que se vean bien en la estanteria de mi vida.
Sangro de contento, muero de felicidad y vivo de agonia esperando el futuro incierto que me depara. Así son las cosas de la libertad. Así es despertar loco de remate por culpa de una ráfaga de cordura que me sometió al riesgo hermoso de lo incierto.

Independiente
...así me siento 


Ricardo Arjona*