G.R.A.C.I.A.S

Hoy mientras tomaba un clase en mi gimnasio, nuestra instructora nos dijo que pensáramos en algo por lo cual estábamos agradecidos. Mis primeros pensamientos fueron los esperados: mi familia, mis amigos, mi trabajo y tener un techo sobre mí.  Luego tuve otro pensamiento, estoy agradecida por el dolor. Por la angustia.  Las lágrimas. Quizás tú que me lees no comprendas porque doy gracias por el dolor, la angustia o las lágrimas.  Lo que ha pasado estos últimos días, este dolor, me ha enseñado de que estoy hecha. Que soy más fuerte de lo que jamás imagine.  El dolor me ha purificado, ha sacado lo mejor y lo peor de mí. Me ha puesto un espejo enfrente y obligado a reconocer quien soy. A reconocer mis faltas, pero también cuales son mi fortalezas. Me ha hecho darme cuenta que necesito amarme más de lo que amo a los demás. Como siempre le digo a una amiga, la felicidad que buscamos está dentro de nosotros no en nadie más. Me mostro quienes son las personas que realmente se preocupan por mí. Y quienes solo fingieron hacerlo. No rechacemos el dolor, hazlo parte de tu vida. Reconócelo. Y un día pasara que te darás cuenta que ya no vive contigo.  Así que durante la clase, mientras sudaba como nunca había sudado en mi vida, di gracias por el dolor. Y tú, ¿Por qué das gracias hoy? 

Monólogo Interno: Parte XVI

Estos últimos meses han sido particularmente difíciles y tristes, sin entrar en detalles, la vida me hizo darme cuenta de que estoy hecha. Durante esos meses me di cuenta de algo sumamente importante, a la gente le incomoda que estés triste. Me explico, durante esos meses cuando las personas me preguntaban cómo estaba; yo siendo tan honesta contestaba que mal. Deberían de haber visto las reacciones que obtuve, nadie sabía qué hacer con mi respuesta. Y la mayoría terminaba diciendo, “eso ya pasara”, “estas mejor ahora”, y mi favorita “no te vas a morir”. ¿Porque será que a la gente le incomoda la tristeza? Quizás tengan miedo que sea contagiosa, lo cual es absurdo.  Tengo una amiga que siempre me ha dicho que son muy pocos los que en realidad quieren saber cómo estas, el resto solo quieren saber cuándo estas bien.  Y la verdad tiene razón, el 90% de las personas que me preguntaban no querían saber lo mal que estaba, querían saber las razones y el “chisme” para poder compartirlo hacia adelante. Nadie quería saber lo que el “chisme” estaba afectando a mi vida. Y esta es la triste realidad todo el tiempo. ¿Cuántas veces haz querido decir “no estoy bien”, “me siento mal” o “necesito ayuda”? ¿Cuántas veces, en cambio, haz repetido “estoy bien”, “me siento mejor” o “todo va mejorando”? Te invito a que de ahora en adelante contestes esta pregunta honestamente y al que no le guste, bueno ya sabes para donde puedes mandarlo. Debemos dejar de esconder nuestras emociones solo porque a los demás los hace sentir incomodos. No es justo para nosotros. Aquellas personas que le incomode deben hacer una introspección de porque esto ocurre. Cuéntame, ¿Cómo te sientes hoy?  

La Diáspora



Me mude para los Estados Unidos hace dos años. Siempre había querido hacerlo, mucho antes de que la diáspora comenzara. Mucha gente me dijo; “¿para que te vas para allá?”, “vas a extrañar muchas cosas”, etc. Y tenían razón, pero siempre lo supe. Supe que extrañaría a mi familia, a mis amigos, a mi tierra. Eso nunca lo dude, pero aun así mi deseo de irme era más grande. Después de todo dicen que la distancia hace que el corazón crezca más afable. No voy a mentir y decir que fue fácil. Ha sido una de las decisiones más difíciles que he tomado. Y aun ahora, dos años más tarde sigue siendo difícil. Es ese constante hilo halándote en la dirección contraria. Rogándote que vuelvas.  Es por esto que cuando escucho los debates de “yo no me quito” y “me quite y me va cabron” me da tristeza. Nadie de los que aún están en la isla conoce la tristeza con la que vivos aquellos que “cruzamos el charco”. La sensación de que por más tiempo que estemos acá nunca se sentirá como estar en casa y a la misma vez, ir a la isla de visita y sentir que ya no perteneces. Los comentarios de que porque ya no vivimos allá perdimos el derecho a comentar la situación de Puerto Rico es triste. Entonces nos quedamos en ese limbo sin saber a donde pertenecemos. Y pasa, que fue a nosotros los que nos tocó el palo más corto. Y aun cuando fuimos nosotros los que escogimos el palo más corto no deja de ser difícil. Somos los que no importa a donde vayamos a comer la comida nunca sabrá igual a la de la isla. Los que como yo, se mudaron a un lugar donde las temperaturas bajan a negativos, la nieve te llega a las rodillas y el frio lo sientes hasta en los huesos. Así que sin importar cuan “cabron” nos vaya nunca será como un domingo en la playa con tus amigos sin ninguna preocupación. Por más caliente que se vuelva acá nunca será como el calor de la isla.  Así que mientras te tomas el café de la mañana escuchando al gallo cantar, no nos juzgues, porque al final del día la tienes mejor que nosotros.