En solo un año.


A solo dos días que este año termine, me siento y lo contemplo. Tantas cosas han pasado. Tantas amistades perdidas, recuperadas y  tantas nuevas. Tantos sueños sin cumplir y otros tantos ya cumplidos. Tantos cambios ocurridos, la mayoría dentro de mí. Me siento y revivo cada memoria, cada sentimiento, cada palabra. Tengo que decir que no sigo siendo la misma de cuando comenzó pero a la misma vez los soy. Tantas personas increíbles que conocí en este año, al igual de las muchas que dejaron de formar parte de mi vida. Este año descubrí que allá fuera existen personas que entienden, que escuchan, que no son tan diferentes a mí.   Descubrí que podía ser más de lo que imaginaba, que podía lograr lo que quisiera si me lo proponía.  A solo días de despedir este año, me lleno de melancolía por las cosas que no pasaron y de alegría por las cosas que si lo hicieron.  Nunca pensé estar donde estoy ahora ni sentir lo que siento y esa fue la magia de este año. Tantas cosas me tomaron por sorpresas. Tantas sonrisas, tantas lagrimas, tantos suspiros, tantos recuerdos en tan solo 365 días. Este año se me fue de las manos sin notarlo, sin darme cuenta.  Y ahora, me siento en mi habitación e intento en tan solo algunas palabras describir lo que fue este año para. Fue mágico, misterioso, sorpresivo, doloroso, lleno de cambios, de historias, de recuerdos.  Este año descubrí una parte de mí que no conocía, mejor dicho que tenía miedo a conocer.  Este año me sentí libre por primera vez en mucho tiempo. Cerré capítulos y abrí otros.  Descubrí el arte de poder decir lo que siento en algunas palabras.  Me sentí viva, libre, feliz. Me siento aquí y me doy cuente que este año hizo todo la diferencia del mundo. Este año marco un nuevo comienzo. Tengo que decir que no me arrepiento de nada de lo que paso en este año, después de todo me trajo hasta aquí. A ti que me lees, espero que tu año haya sido mágico y si no lo fue espero que este próximo lo sea. Que nunca estés demasiado ocupado para leer un buen libro, para sentarte a escuchar música o sentirte libre. Que puedas sentir la sensación de que perteneces, de que importas, de que vales. Que en tu mundo siempre haya magia y amor. Que existan personas en tu vida que entiendan y que escuchen.  Les deseo lo suficiente, ¡Feliz año nuevo!

Post Data. "New Year's eve is like every other night; there is no pause in the march of the universe, no breathless moment of silence among created things that the passage of another twelve months may be noted; and yet no man has quite the same thoughts this evening that come with the coming of darkness on other nights"  - Hamilton Wright

Mi lista de navidad♥

Faltan solo dos días para navidad. Tengo que decir que es mi día favorito del año. Así que decidí hacer una lista de lo que me gustaria que este debajo de mi árbol de navidad.

1. Kindle Fire
2. April & Oliver by Tess Callahan
3. Legend by Marie Lu
4. Ricardo Arjona- Independiente♥
5.Tengo ganas de ti- Federico Moccia

*Lo se, lo se casi todo son libros o algo relacionado con libros pero no lo puedo evitar :). Y a ti, ¿que te gustaria ver debajo de tu árbol?

Post Data. Ya yo recibi mi regalo de navidad, que tengo que decir sobrepasa toda esta lista pero no pude evitar hacerla. Quien sabe quizas reciba una sorpresa. Feliz Navidad!

Una noche, sí, mágica


La noche esta mucho más fría que en mi país. Las calles mucho más llenas. Es diciembre, así que casi todo tiene adornos de navidad. Parece algo irreal que este caminando estas calles contigo. Cuando siempre pensé que sería solo una historia no contada en mi cabeza.  Me siento más liviana, más real. Levanto el rostro y cierro los ojos, sin poder evitar sonreír, sin poder evitar sentirme libre. Caminamos las calles de mi ciudad favorita, tomados de la mano como si no tuviéramos un solo problema en el mundo. Nos perdemos. No importa.  Estoy segura que nuestras risas se escuchan por toda la ciudad. Y quisiera quedarme justo en este momento. Detenerlo y nunca dejarlo ir. Me conformo con gravarlo en mi memoria para siempre. Esa noche de diciembre, esa perfecta noche. El gran árbol en la calle 50, un primer recuerdo. Y las calles ya conocidas toman otro sentido y ya no se ven igual.  Y se crean en mi cabeza miles de historias que podrían ser la continuación de esta noche.  Y por un momento parece que solo somos tú y yo. Quizás por una noche.  Y pienso que pensaran las personas cuando nos ven. Se darán cuenta de que estamos creando recuerdos. Nos verán igual de felices de cómo nos sentimos. Que no somos sino que queremos ser. Por esa noche no existen dificultades, ni distancias, ni verdades a medias, somos tú y yo. Por esa noche soy otra persona y tú también lo eres. Y no puedo evitar pensar si durará.  O si mañana volveremos a ser las mismas personas de siempre. Solo sé que pueden pasar años y todavía recordaré aquella noche en que recorrimos la ciudad de la mano y por un momento creímos que duraría. Sí, ciertamente una noche mágica.

El extraño en mi mesa.

      Llevo días sentada en una mesa desconocida, mirando como el extraño de ojos azules ocupa mi mesa. Aún sigo escribiendo finales felices para alguien más, mientras espero por lo mío. El extraño mira a su alrededor buscando a alguien o algo. Yo me siento en otra mesa sin saber qué hacer.  Me pregunto a quien o que busca. Y la parte ilusa de mi corazón se pregunta si es a mí. Si busca lo mismo que yo. Noto que aún sigue ordenando lo mismo pero que digo yo, si yo también lo continuo haciendo. Se levanta y yo desaparezco detrás de mi computadora. El extraño vuelve a mirar a su alrededor y por unos segundos sus ojos reposan en mi mesa. Cuando vuelvo a levantar la mirada ya no está y en su lugar, en mi silla de siempre, descansa una bufanda de rayas rojas y negras.  Me levanto y camino hacia ella. Tengo un miedo absurdo a tocarla pero aún así lo hago. La acerco a mi nariz, huele a él, aunque parezca improbable que reconozca su olor. Esa noche duermo con la bufanda debajo de mi almohada. Al día siguiente mi mesa de siempre esta vacía, me dirijo hacia ella.  En mi bolso esta la bufanda, la saco sin saber aún porque. Escucho las campanas de la puerta, me tenso esperando escuchar su orden. En su lugar lo escucho decir: La deje con la esperanza de que fueras tú la que la encontrara

Nueva York en diciembre.


No recuerdo cuando tome la decisión. Solo sé que una amiga me comento la idea y se implanto en mi cabeza de tal manera que  tuve que hacer algo al respecto.  Saque el pasaje sin contemplarlo, sin pensarlo mucho, para no arrepentirme.  Así que allí estaba yo, vuelo 648. 9:10 am. Viajando sola por primera vez. Rumbo a Nueva York en diciembre. Mi Nueva york. Al aterrizar tuve que caminar 20 largos minutos con un bulto que pesaba un poco más de lo podía cargar y no me importo. Esperando mi maleta me doy cuenta que he vuelto. Que estoy en Nueva York en Diciembre. Mi mes favorito y mi ciudad favorita, juntos. Al salir con maleta en mano siento el frio, mucho más del que estoy acostumbrada. Aún así el aire se siente más puro, más limpio y no pude evitar respirar hondo.  Mi ciudad seguía igual y a la vez tan diferente. Los arboles ya no tienen hojas y el azul del cielo no es tan intenso como la última vez. Sentí como si no me hubiese ido y vuelvo a recordar cada detalle, como si no hubiera pasado un año y medio sin verla.  No puede evitar sonreír.  La ciudad tiene algo que me hace feliz con solo estar en ella. Como explicar la sensación de estar de vuelta. De volver a tener la oportunidad de caminar sus calles. Si hace dos años atrás ni siquiera creía que fuera a tener la oportunidad de visitarla y ahora allí estaba yo por segunda vez.  Nueva York en diciembre es mágico, misterioso, hermoso.  Es como entrar a cuento de hadas. Cada árbol tiene luces y por la calles caminan cientos de Santa Claus y duendes.  El gran árbol en la calle 50 y las personas patinando en una tradición de miles de años. La navidad allá se siente tan diferente, tan viva, tan real.  Y alguien me pregunta: ¿no se siente raro, volver?  Y yo le contesto: no, fue como volver a casa.

Una historia más.

Otro día más. Ella se encontraba sentada en su mesa de siempre en aquel viejo café que visitaba desde que tenía uso de razón.  Escribía finales felices para alguien más. Deseando desde muy adentro que alguno de ellos se volviera su propio final. Suspiro. Se preguntaba cuando seria el día en que eso se volviera realidad. Se oyó el tintinar de las campanas avisando que un nuevo cliente acaba de entrar. Acostumbrada ya al sonido ni siquiera levanto la mirada para ver quién era.  Toda su concentración en la vida ficticia de alguien más.  Y fue justo en ese momento en que lo escucho pedir un café y unas tostadas para llevar. Hasta el día de hoy no sabe qué fue lo que hizo que levantara la mirada, quizás su voz, quizás su orden muy parecida a la de ella o el tono de su voz. Solo sabe que lo hizo.  Alto, marrón por el clima de la isla, allí estaba él. Algo en su corazón se disolvió, se soltó y voló libre. Él se volvió,  supongo que por las cosquillas que todos sentimos cuando sabemos que alguien nos observa, ojos azules tenia. Qué extraña combinación.  Todavía no había conocido a nadie de piel marrón y ojos azules. El no sonrió, más bien se quedo mirándole de igual manera, como queriendo descifrar un mensaje particularmente complicado.  Se dio la vuelta. Otro suspiro. Por su cabeza paso el pensamiento absurdo de que quizás el se fuera a acercar.  Tonta. Volvió a su historia, allí donde los pensamientos absurdos no existían.  Escucho salir su orden. Y muy contra su voluntad se volvió una vez más para mirar a aquel extraño de ojos azules. Él ni siquiera se volvió a mirar. Otro suspiro, esta vez un poco más largo y cansado. Sí, definitivamente, tonta. Mirando el reloj se dio cuenta que llevaba mucho más tiempo del planeado allí. Recogió sus cosas y se dirigió a casa algo mas desesperanzada que cuando salió.  Al otro día allí estaba ella como siempre en la misma mesa, el mismo café. Los mismos finales que nunca serian suyos. Volvieron a sonar las campanas, volvió a escuchar la voz. Sin querer y queriendo se volvió a mirar al mismo extraño de ojos azules. Y justo como ayer él no se volvió a mirar. Así pasaron los días, el extraño siempre entraba a la misma hora, pedía exactamente lo mismo y nunca se volvía a mirar. Cansada ya, de siempre mirar, decidió no ir a la cafetería por un par de días. Volvió días después, sin saber si quería volver a ver a aquel extraño o no. Entrando se dio cuenta que mesa de siempre estaba ocupada, por aquel extraño de ojos azules...

Un reflejo.


Ese día el sol brillaba más que nunca y el agua era de un azul transparente, muy parecido al de tus ojos. Estabas recostado en una toalla blanca, el sol haciendo que tu piel se viera dorada. Tenías las manos apoyadas detrás de tu cabeza.  Ella te miraba, te habías quedado dormido,  así que ella había aprovechado el momento para mirarte sin reservas.  Levantó la mano como si fuera a tocarte el rostro pero pensándolo mejor volvió a ponerla en su regazo. En ese momento entendí porque lo hizo, ese instinto de tocarte para saber si eras real y a la misma vez el miedo de que con solo ese roce tan pequeño fueras a despertar. Te contemplo por minutos que estoy segura que sintió que fueron horas.  Tengo que admitir que te veías tan relajado y en paz que hasta yo por momentos me queda paralizada mirándote. Es que hoy en día son tan pocas la veces en que tu cara se relaja completamente.  En esos momentos eras el reflejo de la persona que ella conoció algún día. Un recuerdo ya olvidado que de vez en cuando regresa a su cabeza. Ella buscaba en tu cara alguna pista de aquella persona que alguna vez creyó conocer. Con tus ojos cerrados, la sombra de tus pestañas reflejadas en tus mejillas, podía volver a ver algo del hombre que amo. Que le llevaba rosas porque sí y hacia llamadas en la madrugada para escuchar su voz. El hombre que viajo hacia otro continente porque no podía pasar otro día sin verla.  Que le susurraba en las noches lo mucho que la amaba. Buscó entre tanto recuerdo, entre tantas memorias pero solo encontró el reflejo de lo que alguna vez fuiste. Ese día, en aquella playa con el sol iluminando tu cara se dio cuenta de que ya no eras aquella persona y que tenía que tomar la decisión de aprender amarte de nuevo o dejarte ir.

New York, Oh New York!: Parte 3


107. Dos horas de fila. 20 dólares. Allí estaba yo, una turista más esperando subir los 107 pisos. Esperando poder ver la vista desde allí. A mí alrededor se escuchan diferentes idiomas, unos conocidos y otros no tanto.  Niños corretean cerca de sus padres. Mi primito me pregunta cuánto falta. Mi tía trata de entretenerme contándome una historia que ya no recuerdo. Mi corazón late con fuerza, allí estoy yo, a solo 107 pisos de ver a Nueva York desde el punto más alto. Solo tres palabras, Empire State Building, sonrío.  La pareja detrás de mí se pregunta en otro idioma cuanto más vamos a tardar.  La fila se va moviendo, lentamente pero lo hace. Mi tía comienza a charlar con otros puertorriqueños que también están de visita. Yo estoy demasiado distraída para aportar a lo que hablan. A mi alrededor tantas culturas, tantas persona que viajaron desde tan lejos solo para ver esta ciudad. Que pagaron 20 dólares para subir 107 pisos a la vista más hermosa de la ciudad. Tantas personas como yo. Poco a poco nos vamos acercando al ascensor que no llevará hasta allí. Alguien nos pregunta si queremos que nos tomen una foto por solo 15 dólares, declinamos.  Solo 5 personas más y es nuestro turno. El ascensor por fin llega, uno a uno vamos subiendo a el. Jadhiel me aprieta la mano, algo nervioso  al igual que yo. Se pasan 50 pisos en solo segundos, 50 más, estamos cerca. Piso 107. Se abren las puertas. Jadhiel  me dirige con rapidez hacia el balcón. Y allí esta, Nueva York, desde el piso 107. Como describir ese sentimiento de infinidad, de magia. Jadhiel me dice con la emoción que caracteriza a los niños: “desde aquí se puede ver todo”. Y es cierto, cada edificio, cada taxi, cada puente, cada calle. El cielo está lleno de nubes,  sopla una brisa fría. Saco mi cámara y comienzo a inmortalizar el momento.  A capturar cada momento, cada vista. La ciudad parecía mágica, misteriosa, llena de colores. A lo lejos se podía ver el viejo puente, allá hasta Brooklyn. Se pueden ver los arboles de Central Park. El aire se respiraba más puro. Jadhiel no deja de sonreír.  Y allí 107 pisos sobre el suelo, lo supe, que algún día volvería.  Y ya no sería un turista más.

*Continuara….

Y solo quedo el reflejo.


Me contaron que dejaste de escribir poesía. Que ahora andas de traje y corbata. Que hasta un maletín cargas. Me contaron que dejaste de sonreír. Que ya no tomas fotos de la magia en el mundo. Que ya no haces tus viejos chistes que nadie solía reírse con ellos. Me contaron que ahora vives en la ciudad. Que yo no sales a divertirte. Que dejaste de jugar football. Me contaron que ahora ganas lo que siempre quisiste. Que dejaste de tocar la guitarra. Que ya no haces llamas en la madrugada solo para hablar. Me contaron que ahora conduces un auto último modelo.  Que tu mirada se ha tornado vacía.  Que ya no sales por las mañanas a caminar. Me contaron que te casaste con la chica que tus padres querían. Que ya no crees en el amor. Que dejaste de escribir cartas. Me contaron que ahora toda tu ropa es de diseñador. Que ya no usas tu jeans favoritos.  Que ya no llamas a tus amigos para saludar. Me contaron que ahora tienes el trabajo que siempre soñaste. Que las letras de tus canciones descansan en una vieja caja en el armario. Que el piano ya esta oxidado de tanto tiempo sin usar. Me contaron que ahora das la ahora con un reloj de una marca reconocido. Que vives contando los minutos y segundos. Que solo conoces la palabra prisa. Me contaron que has dejado de vivir. Y yo me siento aquí en este viejo sillón lleno de recuerdos y busco entre ellos a la persona que una vez conocí. Busco aquel que una vez dijo que nunca sería lo que te has convertido. Te busco, pero solo encuentro el reflejo de alguien que una vez conocí.

Una historia en segundos.


Tick tock tick tock. Veo unos ojos azules.  Tick tock tick tock. Veo el reflejo de una sonrisa. Tick tock tick tock. Un beso debajo de un puente oxidado. Tick tock tick tock. Manos entrelazadas. Tick tock tick tock. Viajo en el tiempo al momento en que te vi por primera vez. Tick tock tick tock. Una primera sonrisa, una primera palabra, una primera mirada. Tick tock tick tock. La primera cita. Tick tock tick tock. Alli sentados mirando las olas ir y venir. Tick tock tick tock. El primer beso. Tick tock tick tock.  Caminamos de la mano por el parque. Tick tock tick tock. El recuerdo de una sonrisa. Tick tock tick tock. El primer te amo. Tick tock tick tock. Rosas esperando por mí.  Tick tock tick tock. Una cena bajo la luz de las velas. Tick tock tick tock. Nuestra canción suena en la radio. Tick tock tick tock. La primera carta. Tick tock tick tock.  Navidad juntos. Tick tock tick tock. Nuestro primer viaje. Tick tock tick tock. La primera pelea. Tick tock tick tock. Reconcialiacion. Tick tock tick tock.  Cambios. Tick tock tick tock. Vas desapareciendo. Tick tock tick tock. Eres un reflejo. Tick tock tick tock. Ya no estás a mi lado. Tick tock tick tock. Te recuerdo cada dia. Tick tock tick tock. Una llamada para saber si estás bien. Tick tock tick tock. Te vi en el mercado parecías feliz. Tick tock tick tock. Te recuerdo menos. Tick tock tick tock. Me contaron que sales con otra. Tick tock tick tock. Un corazón roto. Tick tock tick tock. Un primer amor. Tick tock tick tock. Un primer desamor. Tick tock tick tock.  Una promesa rota. Tick tock tick tock. Te veo con ella pareces más feliz. Tick tock tick tock. Te pienso un poquito menos. Tick tock tick tock.  Cada vez en más fácil. Tick tock tick tock. Ya casi no te pienso. Tick tock tick tock. Un amor olvidado. Tick tock tick tock. El reloj sigue corriendo. Tick tock tick tock…

New York, Oh New York!: Parte 2

9:42 am. Asiento 01 E. Ahí estaba yo sentada entre mi tía y una señora que no conocía. Personas iban de a poco entrando al avión. Mi mente no lograba aún asimilar que al fin iba a conocer a Nueva York.  Estaba en la primera fila así que podía ver como las azafatas iban recibiendo a los pasajeros y los llevaban a sus asientos.  Extrañamente no sentía miedo, aún cuando era la primera vez que estaba dentro de un avión, sino de esos nervios que le dan a uno cuando está a punto de hacer algo emocionante o cuando sabe que va a pasar algo bueno.  El último pasajero entró y cerraron las puertas,  10:20 am Asiento 01 E. Mi corazón latía con fuerza y mi mente gritaba los estás haciendo, al fin vas a visitar Nueva York.  El avión comienza a moverse y yo agarro mi asiento un poco más fuerte de lo normal. Las azafatas nos dicen que nos abrochemos el cinturón y nos van explicando que hacer en caso de una emergencia. Se siente una leve presión y estamos en el aire. Miro por la pequeña ventana redonda y mi isla cada vez se ve más pequeña.  Y dejo escapar el aire que sin darme cuenta había aguantado. Por los altavoces del avión se escucha una voz en ingles diciendo,  Good evening ladies and gentleman this is your captain speaking thank you for choosing JetBlue….y no entenderán pero esa voz, esas palabras cambiaron algo en mi.  La señora que se sienta a mi lado me pregunta que si voy de vacaciones, le contesto que si y le pregunto si ella también. Nunca espere su respuesta. Aquí estaba yo sonriendo como si fuera navidad y aún tuviera siete solo por unas cuantas palabras del capitán y esta señora iba a para un velorio. Sí, como lo oyen la señora iba a enterar a uno de sus hermanos. Tengo que decir que me sentí culpable porque en esos momentos yo era tan feliz y la señora de al lado era todo lo contrario. Me conto cosas de su hermano y como murió, un infarto, y historias de como cuando era niños jugaban en la nieve hasta no sentir lo dedos. Fue triste escuchar su historia cuando por dentro yo me encontraba tan feliz pero, ¿saben lo que ocurrió? Después de todas las anécdotas cuando cae ese silencio porque ya no hay más que decir la señora se vuelve hacia mí y me dice, Gracias porque nadie había querido escucharme hablar de mi hermano e irónicamente alguien que conozco hace menos de media hora me escucho, así que gracias. Se imaginaran mi reacción, allí estaba esta señora dándome las gracias por solo haberla escuchado.  El resto de mi viaje me mantuve viendo una película, Leap Year, y charlando con la señora de al lado. 1:45 pm. Asiento 01E, se escucha a las azafatas decir que volvamos a nuestros asientos y no abrochemos el cinturón estamos a punto de aterrizar. Vuelvo a mirar por la ventana se ve mi hermoso Nueva York, cada vez más grande.   Se siente de nuevo la presión,  un leve zarandeo  y ya estamos en Nueva York.  Las personas comienzan a ponerse de pie y a recoger los bultos. Uno a uno vamos saliendo del avión.  Se escucha el ruido inconfundible del aeropuerto y nos conducen a donde debemos recoger nuestras maletas. Allí nos esperan las personas que nos iban recoger al aeropuerto, nos saludamos y se hacen la presentaciones pero yo estoy distraída porque no puedo evitar mirar por la puertas de cristal allí donde esta Nueva York.  Recogemos maletas y salimos por las puertas que tanto mire y volví a sentirlo…ese sentimiento de estar exactamente en el sitio que debería estar. El aire era más frio que en mi isla y se escuchaban a lo lejos sirenas y carros. Y mientras todos buscaban un taxi yo estaba en el mismo medio de la salida contemplando a Nueva York. Sonará raro pero hasta el aire se sentía diferente. Y fue allí que pensé que podría tener 80 y haber ya olvidado algunas cosas pero nunca olvidaría lo que sentí aquel día que pise por primera vez las calles de Nueva York.
*Continuara…

La posiblilidad de lo nuestro.

Mi Sócrates contemporánea, así era como me llamabas. Siempre que te llamaba contestabas el teléfono con un, hola bella. Extraño la manera en que me veías, la manera que pensabas que era. Extraño la imagen que tenias de mí. Aun cuando solo fuiste una posibilidad, un quizás, te extraño. Fuimos como una semilla que se siembra pero nunca llega a florecer. Una idea sin llevar a cabo. Tres años después me siento y te pienso. Me siento y me pregunto que hubiera sido. Que hubiera pasado de yo haber dicho sí. Me siento e imagino mi vida si te hubieses quedado en ella. Imagino la posibilidad de nosotros, la creo. ¿Y sabes lo triste? Nos puedo ver siendo felices, amándonos, nos puedo ver como más que una posibilidad como algo concreto, real. Imagino los sitios a los que me llevarías, la risas que nunca fueron, lo besos que solo fueron imaginados, los abrazos que nunca llegaron a ser. Te recuerdo cuando planeabas llevarme a Nueva york, como decías que veríamos la ciudad y beberías vino sentados mirando las estrellas. Te veo como una posibilidad tan real que me deja triste. Puedo ver lo que puedo ser y nunca fue. Fuiste ese sueño que nunca se cumplió. Imagino las memorias que hubiésemos creado, las fotos de nosotros que nunca fueron tomadas, los momentos que nunca nacieron. Aún puedo sentir el escalofrío que recorría mi cuerpo cuando me susurrabas poesía al oído. Y me pregunto, ¿Por qué de lo nuestro no nació un amor? ¿Por qué nunca fuimos algo más que una posibilidad? ¿Por qué no nos mantuvimos? Y ahora, ¿en qué te convertiste? En un recuerdo incompleto, en una historia sin final, en una historias que en realidad nunca comenzó. Tres años después, te pienso y me pregunto…

Una respuesta honesta.


En el fin de semana una amiga me pregunto que quería de la vida. Por momentos no supe que decir, tengo que admitir que por un momento mi respuesta automática iba a ser no sé, la realidad nunca nadie me había hecho esa pregunta.  Cuando finalmente conteste le hice con palabras simples como un trabajo, casa, algún día esposo  e hijos. Aunque no existe nada malo en querer estas cosas sentí como si en vez de contestar a su pregunta respondí a otra totalmente distinta, ¿Qué espera la gente de ti? Como mi amiga se merece un respuesta honesta, se que la espera, decidí escribir este post.  ¿Qué es lo que quiero de la vida? Quiero equivocarme porque solo así voy a aprender.  Quiero enamorarme y que me rompan el corazón porque solo asi voy a aprender la diferencia entre el amor y la ilusión. Quiero hacer cosas porque quiero sin tener razón alguna. Quiero tener días llenos de aburrimiento para aprender a apreciar los días llenos de aventura. Quiero hacer tareas aburrida, como limpiar ventanas, porque en ellas encuentro la magia del mundo. Quiero tocar fondo para aprender a levantarme. No quiero nunca dar por sentado las cosas. Quiero llorar por una película porque de alguna forma pude sentir lo que sintieron los personajes. Quiero bailar hasta que me duelan los pies. Quiero aprender algo nuevo cada día. Quiero escribir porque la vida no tiene sentido si no lo hago. Quiero leer un libro en solo horas porque me es imposible parar de leer. Quiero reírme porque no puedo evitar hacer otra cosa. Quiero escuchar mi canción favorita en la radio y cantarla a todo volumen.  Quiero tener veranos llenos de sol y mar, de días libres.  Quiero capturar momentos con mi cámara. Quiero tener trabajos con paga mala para poder apreciar el valor del dinero. Quiero continuar recibiendo cartas por correo porque en ellas está la magia del mundo.  Quiero emocionarme por simples detalles y nunca quiero dejar de hacerlo. Quiero presenciar cosas tan increíbles que se me paren todos los pelos y no pueda evitar sonreír.  Quiero tener siempre la oportunidad y las ganas de salir a fuera y sentarme en la grama a ver las estrellas. Quiero encontrar mi verdad. Quiero cambiar de opinión millones de veces porque sé que puedo.  Quiero nunca dejar de creer. Quiero escribir en mis pantalones o brazos porque no tenía un papel a la mano y la idea no se puede dejar ir. Quiero extrañar porque solo así me daré cuente de qué tengo en mi vida. Quiero tomar riesgos. Quiero conocer el mundo.  Quiero nunca perder la pasión por las cosas que hago. Quiero nunca perder la sonrisa. Quiero tener el valor para hacer aquellas cosas que más temor me dan.  Quiero escribir sobre mí, sobre ti o sobre el mundo, sobre posibilidades. Quiero encontrar un quote que me encante y no poder evitar escribirlo. Quiero siempre poder encontrar mi musa en la música. Quiero poder escribir un libro.  Quiero muchas cosas porque ¿saben qué? Tenemos la posibilidad de quererlas y nadie no puede decir lo contrario.  Pero sobre todo quiero vivir y amar porque como dice una amiga nadie lo hará por mí.  
*A ti amiga, gracias por hacer la pregunta y aquí está tu respuesta.

Y el reloj corrió más lento, literalmente.

Alguna vez han sentido la necesidad imperiosa de no hacer nada en todo el día. De simplemente quedarte en la cama y comer comida chatarra. Y no estoy hablando de los domingos, que es cuando normalmente “descansamos”, y pongo descansamos entre comillas porque la realidad es que nunca descansamos. Los domingos usualmente limpiamos y alguna parte de él lo usamos para descansar. Pero no es de esto de lo que estoy hablando, si no de sacar un día en medio de la semana y hacer absolutamente nada. Bueno, pues eso fue lo que hice hoy. No fui a ninguna de mis clases, y estuve en mi cama hasta las dos poniéndome al día con mis series favoritas.  Y lo curioso es que la gente no está acostumbra a que hagamos esto. Recibí múltiples mensajes de amigos preguntándome si me encontraba bien o estaba enferma y cuando les contestaba que no, que solo quería un día libre para relajarme nadie me entendió o me preguntaban para que. Realmente pensaron que me pasaba algo y lo estaba ocultando, cuando la realidad es que simplemente no quería hacer nada hoy. Quise por un día disfrutar de esté sin el ajetreo que siempre trae.  Quise poder levantarme a las 11 y estar en la cama hasta las 2 porque simplemente quería hacerlo. Quise no querer cocinar y solo comer comida no saludable. Quise estar todo el día viendo televisión y haciéndole cambios a mi blog. Quise hacer con mi día lo que me diera la gana (perdonen la expresión). Quise por primera vez en mucho tiempo no planear mi día y levantarme sin la menor idea de lo que iba a hacer. El tiempo va tan deprisa y hacemos tantas cosas a la vez que ya no disfrutamos de nuestro día.  Así que mientras puedo saco de vez en cuando un día para hacer absolutamente nada.  Se puede decir que esto me mantiene cuerda en el caos que se ha convertido nuestras vidas. Y quizás no lo entiendan, quizás piensen que estoy loca por desperdiciar un día entero pero saben que les digo, ustedes se lo pierden porque no hay nada en el mundo como hacer absolutamente nada en todo el día. ¿Y saben lo que descubrí?  Que cuando pones los frenos y decides tomar las cosas con más calma y alivianar la carga, el tiempo realmente no corre tan deprisa. Es bueno a veces simplemente hacer la cosas porque queremos, sin la necesidad de tener un excusa.

Un cristal: Y se hizo historia


Cuando comencé la Universidad, casi siempre iba a almorzar a la pizzería que había justo al frente. Recuerdo que siempre me sentaba en la mesa que estaba junto al cristal para poder ver la gente que pasaba por allí. Y no pasaba un día en el que preguntara la historia de los que pasaban por allí. Siempre me dio curiosidad saber a dónde iban todas aquellas personas que pasaban frente aquel cristal. Pasaba horas sentada en aquella mesa viendo pasar a las persona y haciendo historias sobre su vida en mi cabeza. Fue allí donde nació o mejor dicho donde tome la decisión de escribir un libro, la verdad la idea llevaba mucho tiempo en mi cabeza solo que no me atrevía a contemplarla, de escribir sobre la historia de los muchos personajes que existían en mi cabeza. En esos días, la verdad aun lo hago, por la noches no podía dormirme sin crear una historia en mi cabeza o al menos una escena. Siempre he leído, es uno de mis pasatiempos favoritos, y siempre pensaba que nunca podría escribir algo tan organizado y esquemático como los son los libros. En esos primero años aprendí que con la práctica no hacemos mejor y ahora cinco años después no seré la mejor escritora pero tampoco soy aquella chica que no tenía la confianza de escribir sobre lo que creía. La verdad he comenzado a escribir mi libro múltiple veces y tengo varias escenas ya escritas, sin ningún orden, pero poco a poco va tomando forma. Y aun cuando han pasado varios años y estoy en otra Universidad aun sigo imaginando las historia de las personas que pasan juntos a lo cristales. En uno de los muchos libros que he leído encontré una cita que describe todo lo que he dicho y dice así: “ Every story is part of a whole entire life, you know? Happy and sad and tragic and whatever, but an entire life. And books let you know them.” Eso es lo que yo quiero que mi libro les haga sentir cuando lo lean, que estén viviendo la vida entera de una persona. Que mis personajes se vuelvan sus personajes. Que para ustedes sean tan reales como a veces lo son para mí. Una vez alguien me dijo que no podía escribir un personaje si no lo trataba como una persona real y tenía razón. De cierta forma ellos existen, al menos en mi cabeza y espero que algún día existan en la suya. ¿Y lo curioso? Todo comenzó en una cafetería y una mesa que queda junto al cristal.