El reloj marca las 11:11. La vieja costumbre de pedir un deseo sale a la
superficie. Laura se da la vuelta y no pide su deseo. Su móvil lleva sonando en
la mesa de noche desde las 10:27. Celeste no ha parado de llamar. El móvil deja
de sonar, 9 llamadas perdidas. Vuelve a
sonar una décima vez. Laura decide contestarlo.
-“¿Quién se atreve a llamarme a esta hora de la mañana?”, contesta
Laura. Celeste suelta una carcajada al otro lado del móvil.
-“Laura, ya son las- una pausa- 11:26 de la mañana. Apenas y se puede
llamar mañana”.- Laura se pregunta cómo alguien puede estar tan alegre a esta
hora de la mañana.
-“Celeste, sabes que para mà toda hora antes de las 12:00 es muy
temprano. Espero que sea algo importante. Que se haya muerto alguien o al
menos, que alguien este gravemente herido. Solamente asÃ, podrÃa perdonarte el
que me hayas levantado tan temprano.”, le contesta Celeste ya un tanto
exasperada.
- “Por Dios Laura, que mórbida. No se ha muerto nadie y nadie está
gravemente herido. Creo que es algo mucho peor.”, contesta Celeste sin nada de
la alegrÃa anterior en su voz. Celeste no se imagina que pueda ser peor que una
muerte.
-“Ya me haz asustado. Anda, dime, ¿qué ha pasado?”, Laura tiene un mal
presentimiento. Hasta se ha arrepentido de no haber pedido el deseo cuando tuvo
la oportunidad.
-“Es Ernesto”-una pausa-“Ernesto ha vuelto. Le acabo de ver en la
cafeterÃa de Don José.” Laura ha dejado de escucharle desde que escucho el
nombre Ernesto. Mira el reloj, 11:33. Maldición, debió haber pedido el deseo.
Ahora ya es muy tarde.
-“Eso no es todo, Laura. Ernesto no ha vuelto solo.”
Laura no podÃa creer lo que estaba escuchando. ¡Dios!, y la gente se
preguntan porque no me gustan las mañanas. No hay noticias buenas a esta hora
de la mañana. Laura tomo la caja de cigarrillos de su mesa de noche, saco uno y
lo prendió. Iba a ser un largo dÃa.
-"¿Laura? ¿Estás ahÃ? ¿Laura?, Celeste sonaba preocupada.
"Lau-". Laura la interrumpió.
-“Celeste, nada bueno sale de levantarme temprano. Debiste dejar que
siguiera durmiendo”. Laura colgó el móvil, le dio dos caladas más al cigarrillo
y se dio la vuelta para seguir durmiendo. Quien sabe, quizás la llamada solo
habÃa sido un sueño.