Cecilia:
Tu carta me tomó por
sorpresa. No por el hecho de que llegara sino por su contenido. Mejor dicho tu
honestidad me tomó por sorpresa. No voy a escribir refutándote todo lo que
escribiste. La verdad es que tienes razón. En todo. Asà que de la misma manera
en que tú fuiste honesta, yo lo seré. ¿Quieres saber porque
no lo incluÃ? Porque no lo quiero en nuestra historia. Punto. Me parece que se
coló en ella sin permiso. Algo absurdo, ¿no? Porque él estuvo
en tu vida mucho antes que yo. Bueno te prometà honestidad no coherencia.
Porque la verdad, Cecilia, cuando se trata de puedo ser todo menos coherente.
Tú nublas mis sentidos. Punto. Desde el
principio supe que nuestra historia no iba a ser fácil. Y siempre estuve
dispuesto a todo. ¿Por qué? Hay momentos en la vida, que muy
pocos logran experimentar, en los que tu vida se ve tan clara, en los que toma
sentido de momento y sabes justo lo que tienes que hacer. Eso paso el dÃa en
que te vi por primera vez. No voy a mentir y decirte que te ame desde el primer
momento porque no fue asÃ, pero supe que serias parte de vida. ¿Cómo? ¿Qué parte? Eso lo descubrà mas tarde. No puedo
dejarte ir, Cecilia. Como hacerlo si eres lo que llevo, sin querer, buscando
toda mi vida. No puedo prometerte para siempre. Porque nadie puede hacer ese
tipo de promesas. Porque puede que en unos años alguno de los dos
cambie de opinión, pero lo que tenemos ya no viene a menudo. Por lo que tenemos
vale la pena luchar y arriesgarse. Porque algo si te puedo prometer y es que no
importa la edad que tengamos o a donde la vida nos lleve siempre nos vamos a
recordar de como nos sentimos en este momento. Y te puedo asegurar que esta
misma clase de amor no la sentirás dos veces. Asà que, dime Cecilia, ¿Estas dispuesta tú a hacer esa promesa?
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Adam