Monólogo Interno: Parte XI

Hace algún tiempo ya que no escribía uno de mis monólogos. Quizás porque mi cabeza estaba tan llena de historias que no había cabida para mis propios pensamientos. Pero, ahora que este año se acaba y uno nuevo está por comenzar comencé a reflexionar en todas las cosas que han pasado en este año. A solo horas de despedirlo me siento y recuerdo. Este año fue uno particularmente difícil, lleno de momentos de incertidumbre y dolor. Lleno de decepciones y momentos en lo que deje de creer en mi misma. En este año compartí hermosos momentos con mis amigas y con ellas también compartí horribles momentos. Momentos, que sin ellas no habría podido superar. En este año me enamore por primera vez y descubrí como se siente tener el corazón roto.  Como se siente dar todo por alguien, sentir todo por alguien y que esa personas no te devuelva lo mismo. Fue un año de descubrir partes de mí que no conocía. De sonreír y andar en las nubes, de vivir literalmente con los ojos cerradas.  Fue haber experimentado la magia por primera vez y descubrir que existen colores que aún no conocemos.  Fueron días de no dormir nada, ya haya sido por la emoción o la tristeza. Fue un año de emociones nuevas y unas tantas repetitivas. Una montaña rusa de emociones.  Fue darme cuenta que tengo tanto que dar, que soy capaz de tanto. Darme cuenta que tengo las mejores amigas del mundo. De tener la suerte de tener mi propia psicóloga personal (ella sabe quién es).  Fue darme cuenta que hay que tener mucho cuidado con lo que se le pide al universo. Y que puede pasar que algo se sienta correcto cuando en realidad no lo es. Que algo se sienta real cuando en realidad no lo es. Este año lleva en el, días perfectos y días tan obscuros como la noche. Fue un año de aprender a decir adiós y a dejar ir aunque duela. Es haberme dado cuenta que no todo es blanco y negro, y que a veces es bueno ver la vida en gris. Fue darme cuenta que crecer duele, y que creer duele aún más. Fue haberme dado cuenta que al final todo va estar bien, que todo pasa, que todo disminuye.  Como dice mi reflexión favorita:

"Te deseo que tengas suficiente sol para mantener tu espíritu brillante"

"Te deseo suficiente lluvia para que aprecies aún más el sol"

"Te deseo suficiente felicidad para que tu alma esté viva"

"Te deseo suficiente dolor para que las pequeñas alegrías de la vida parezcan más grandes"

"Te deseo que tengas suficientes ganancias que satisfagan tus necesidades"

"Te deseo suficientes pérdidas para que aprecies todo lo que posees."

"Te deseo suficientes bienvenidas para que logres soportar las despedidas".


Les deseo lo suficiente. ¡Feliz año nuevo! 

This is what happy looks like.

Recientemente comencé a leer un libro llamado “This is what happy looks like” de Jennifer E. Smith. En el libro, a lo largo de las historia, los personajes principales van diciendo como para ellos se ve la felicidad o en inglés “What happy looks like”. Por supuesto, esta simple pregunta comenzó a dar vueltas en mi cabeza. Comence a preguntarme, “What does happy look like?” Despues de mucho pensar aquí esta mi respuesta:

¿Cómo se ve la felicidad para mí?/ What  does happy looks like?

La sonrisa de mi sobrina. Ese sentimiento que tengo en la mañana del día de navidad. Ese primer momento en Nueva York. Viejas tiendas de libros. Comprar un nuevo libro. Atardeceres. Tener  un déjà vu.  Recibir una carta. Árboles de navidad. Una coca cola bien fría en un día caluroso. Ese momento cuando sales de un sitio caliente y el frio de invierno te golpea en la cara. Encontrar la cita perfecta.  Sus ojos.  Encontrar una nueva canción favorita.  Viernes.  Aeropuertos. Días largos. Días cortos.  Llamadas telefónicas de mis mejores amigas. Decir otro nombre en Starbucks. Quedarse despierto hasta tarde. Darte una ducha caliente después de un día largo (preferiblemente acompañado/a). Acostarte después de un día largo (de nuevo, preferiblemente acompañado/a).  Sweaters.  Escribir cartas. Inviernos.  La playa. Pronunciar su nombre. Chocolate caliente. La ausencia de ruido…



*La lista es más larga, pero si sigo creo que no podre detenerme. Así que, queridos lectores, “What does happy looks like to you? 

New York, una última vez

Queridos lectores:


                Para aquellos que no lo sepan hace una semana volví a viajar a New York. Los que leen mi blog saben de mi amor/obsesión por esta ciudad. Pues les cuento que esta vez fue totalmente distinto. No me malentiendan, New York sigue siendo mi ciudad favorita, solo que esta vez me hizo sentir sentimientos totalmente distintos a los que usualmente me hace sentir. Tristeza y soledad. Andaba yo en el tren de camino a Soho cuando me invadió este sentimiento de soledad. Estas ganas de querer compartir lo que estaba por ver con alguien más.  Se imaginaran mi sorpresa, la ciudad que tanto me había hecho sentir me estaba haciendo llorar. Allí en el tren me di cuenta que estar en la ciudad no era lo que me hacía sentir bien, sino, estar en la ciudad con alguien a quien quiero. Era poder voltearme y decirle a quien estuviera a mi lado “esta es la razón por la cual amo New York.”  Era poder voltearme y sonreírle a quien anduviera conmigo porque estábamos viendo historia. Y no, eso no quiere decir que no tuviera momentos como ese, los tuve. Solo que también tuve momentos en los que quise compartirlos con alguien más y estaba sola. Ir a New York esta ultima vez me hizo darme cuenta que quizás no soy tan buena en eso de estar sola. Mientras cenaba con una amiga le contaba cómo era la primera vez que tenía ganas de volver, como era la primera vez que no quería alargar mi estadía en mi ciudad favorita.  A lo que ella me contesto que quizás era porque ya no tenía a nadie que me retuviera allí y yo le conteste que no era eso, que era que ahora tenía a alguien que me retenía aquí.  Nunca pensé que eso sucedería. Nunca pensé que llegaría el momento en que preferiría estar aquí a estar en New York, pero así fue.  New York esta ultima vez me mostro de lo que me estaba perdiendo, me mostro lo que estaba dejando atrás. Y así fue como en el tren C tome la decisión que no volvería a visitarlo, al menos hasta que si es posible fuera a vivir allá. Prefiero tenerlo en mi memoria como lo recuerdo ahora, tener presente siempre la manera que me hace sentir. Así que le digo adiós, esperando poder llamar algún día a mi ciudad favorita  mi hogar. Gracias por acompañarme en esta travesía. Espero poder contarles una nueva pronto.

Una última vez,
Zitmarie