La chica del elevador

Querido Andrés:

Soy una idiota. Si, haz leído bien. Soy una idiota. Te preguntaras porque lo digo y porque me dio con comenzar esta carta así. Veras, soy una idiota por haber pensado en un principio que podía cambiarte. Que el conocerme podría crear un cambio en ti. Y la cosa es que siempre había creído que las personas no cambian hasta que te conocí y se me metió en la cabeza que en el fondo eras lo que yo buscaba. Y más que eso, que yo era capaz de distinguir entre lo que querías y no querías. Cuando la verdad no existe tal cosa. Si soy sincera de primera vista pensé que eras uno de esos hombres que andan por la vida con una muralla en el corazón y un bachillerato  en mecanismos de defensa. Que en realidad esa fachada de tipo malo y peligroso solo era una manera de esconder lo que en realidad eras. ¿Qué me hizo pensar eso?, te preguntas. La verdad solo fueron unas tontas palabras que dijiste algún día que andabas pasado de copas y yo también, por supuesto.  Ese día me mentí a  mí misma por primera vez y me hice creer que estaba enamorada de ti y que peor aún, tú eras todo lo que siempre había buscado. Ignore todo lo que odiaba de ti y me hice creer que podría cambiar todas esas faltas.  ¿Ahora comprendes porque he sido un idiota?  Ya ni recuerdo que fue lo que dijiste ese día que me hizo creer que en ti había ese tipo que había buscado toda mi vida. Ahora estarás pensando cual sería el motivo de esta carta y que demonios tienes tu que ver con que yo me haya creado toda esa historia en la cabeza. No tienes nada que ver en todo esto y el motivo de mi carta es para que entiendas porque tu carro tiene dos cristales rotos y uno que otro “golpecito”. Pensándolo bien, tienes mucho que ver. Después de todo has sido el protagonista de este cuento que me he creado en la cabeza y el único que ha venido a pagar las consecuencias. Total ya me di cuenta que no eres lo que quería y que tenía razón con eso de que la gente nunca cambia.
                                                          
                                                                                                          Con amor,                                                                      
                                                                                                                      La chica del elevador                                                                                                                                                                                                        
                                                                                                                                                                    


Post data. Perdona lo de tu carro, pero no tengo ni un euro para pagarte. Quizás la chica que ahora anda en tu cama te pueda prestar el dinero.

Un paréntesis en la vida de esta escritora

E Isabel, por supuesto...

Le comentaba a una amiga el otro día que se me estaba haciendo difícil poder terminar la historia de Isabel. Que de todos mis personajes era ella quien siempre me daba más trabajo.  Quizás porque Isabel era una mezcla entre la persona que soy y la que me gustaría ser.  Isabel nació del deseo de poder hacer todo lo que quiero y del miedo de hacerlo y arruinarlo todo.  Isabel se ha llevado pedazos de mi alma cada vez que la escribo. Se ha convertido en mí y en todos a mí alrededor. Isabel ha sido mi aliento, mi pena, mi alegría, mi tristeza y mi libertad. La cuestión es que yo sé cómo termina la historia de Isabel. Sé a dónde Isabel va a parar a llegar, pero no quiero admitirlo. Porque no va a ser fácil el camino que va a tomar, no va a hacer fácil las decisiones ni mucho menos las consecuencias, no va a ser fácil llegar a ese último lugar. Y como toda madre, aunque ficticia, me negaba a que Isabel pasara por tanto sufrimiento, a que cometiera tantos errores. Lo que entendí hace unos días es que para que Isabel pueda crecer, madurar, ser feliz, va a tener que pasar por todas estas cosas. Por días me negaba a creer que ese iba a ser el final de Isabel, que era allí donde terminaría. ¿Pero saben que es lo que pasa? Que ese final que no quiero para ella es el que ella se empeña en buscar y querer. Y quien soy yo para negarle algo. Total, al final, llego a ser feliz.   




Post data. No, no estoy loca. Y si, si hablo de mis personajes como si fueran reales. Para mí lo son.