Un paréntesis en la vida de esta escritora

E Isabel, por supuesto...

Le comentaba a una amiga el otro día que se me estaba haciendo difícil poder terminar la historia de Isabel. Que de todos mis personajes era ella quien siempre me daba más trabajo.  Quizás porque Isabel era una mezcla entre la persona que soy y la que me gustaría ser.  Isabel nació del deseo de poder hacer todo lo que quiero y del miedo de hacerlo y arruinarlo todo.  Isabel se ha llevado pedazos de mi alma cada vez que la escribo. Se ha convertido en mí y en todos a mí alrededor. Isabel ha sido mi aliento, mi pena, mi alegría, mi tristeza y mi libertad. La cuestión es que yo sé cómo termina la historia de Isabel. Sé a dónde Isabel va a parar a llegar, pero no quiero admitirlo. Porque no va a ser fácil el camino que va a tomar, no va a hacer fácil las decisiones ni mucho menos las consecuencias, no va a ser fácil llegar a ese último lugar. Y como toda madre, aunque ficticia, me negaba a que Isabel pasara por tanto sufrimiento, a que cometiera tantos errores. Lo que entendí hace unos días es que para que Isabel pueda crecer, madurar, ser feliz, va a tener que pasar por todas estas cosas. Por días me negaba a creer que ese iba a ser el final de Isabel, que era allí donde terminaría. ¿Pero saben que es lo que pasa? Que ese final que no quiero para ella es el que ella se empeña en buscar y querer. Y quien soy yo para negarle algo. Total, al final, llego a ser feliz.   




Post data. No, no estoy loca. Y si, si hablo de mis personajes como si fueran reales. Para mí lo son. 

1 comment

  1. Como fiel amiga y lectora quiero opinar;

    La vida, amiga mía es un tanto extraña, alocada, difícil y divertida. El solo hecho de no saber que nos espera el mañana la hace más encantadora, inspiradora, gratificante. Podemos imaginar lo que queremos, deseamos, pero ¡oiga! no somos nosotros quienes decidimos. Es ella. La VIDA. Que con cada experiencia, cada error se hace más fuerte, inteligente (sí, tal como los humanos).

    Ahora bien, sé que quieres lo mejor para Isabel, pero no la detengas. No seas tú quien pongas piedras en su camino. Déjala que caiga, no la sostengas. Deja que se vuelva fuerte, independiente con cada paso que de. ¡Qué importa si se equivoca! Para eso está el mañana. Para darnos cuenta de lo que hicimos mal y no volver hacerlo.

    Siempre cuando estamos cerca de lograr lo que deseamos dudamos, y pensamos que nada será fácil, pero no permitamos que esos pensamientos empañe nuestro camino.

    Y NO. NO estas loca. Cada personaje lleva mucho de uno. Y en ocasiones cuesta regalarlos al mundo.

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