En un cuarto piso y más arriba.

Y allí en el cuarto piso de un apartamento que no era suyo se dio cuenta de que esto era lo que quería. Este silencio. Este ruido. Este viento. Esta paz. Esta contentura. Esta libertad. Se dio cuenta que tenía mil y una posibilidades y que sólo tenía que escoger una. Que era así de fácil y así de complicado. Y se preguntó porque había tardado tanto para darse cuenta. Para entender. Para escuchar. Para decidirse. Se preguntó de que se lamentaría ahora que al fin había comprendido que si no era feliz era porque no quería. Que sí no tenía libertad era porque ella misma había puesto candado a las cadenas. En aquel cuarto piso se dio cuenta que aunque a veces lo sentía no estaba sola. Y entonces comprendió que todo este tiempo había sido su propia carcelera.

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