Monólogo Interno: Parte VIII


Recuerdo haber tenido una crisis existencial cuando cumplí veintitrés y al parecer se ha convertido en algo que pasa una vez al año. A unos días de mi cumpleaños me voy desesperando cada vez más. Porque será que cuando cumples año es cuando más consiente te sientes del tiempo que ha pasado. Cuando más consiente te vuelves de las cosas que creías que para este tiempo habrías logrado y que aún no has hecho. Pues sí, resulta que se puede cumplir veinticuatro y tener una crisis. Recuerdo que cuando tenía dieciséis, y no tenía idea de lo difícil que sería la vida, pensaba que ya para cuando tuviera veinticuatro o veinticinco tendría toda mi vida resuelta. Si pudiera hablarle a esa chica ingenua le diría que las cosas no siempre son tan fáciles y no siempre resultan como uno quiere. Claro está, después de darle una cachetada para que despierte. Si, lo sé, suena cruel, pero no puedo evitar querer que alguien lo hubiese hecho. Que alguien me hubiese dicho que en la vida no todo es blanco y negro, que también existen áreas grises. Que no siempre caminamos el camino que creíamos era para nosotros, pero que está bien si nos desviamos. Que los sueños y las metas cambian a lo largo del tiempo y que no hay nada malo en ello. Que se puede tener casi veinticuatro y no saber aun lo que quieres con tu vida. Que está bien equivocarse, pero que también está bien tener la razón. Que no hay nada de malo en creer en cosas que los demás no creen porque si yo soy capaz de sentirlo alguien allá fuera también es capaz. Que está bien tener esperanzas, pero que uno tiene que aprender cuando dejarlas ir. Que el amor nunca es como lo pintan y que no voy a saber lo que es hasta que lo experimente. Que está bien querer hacer algo porque te gusta y no porque te deja dinero. Que está bien creer, soñar, tener altas expectativas y no querer darse por vencido. Pero sobre que todo que me hubiesen dicho que no importa el camino que tome, cuantas veces me desvíe o me pierda siempre voy a terminar donde debo aun cuando eso sea donde menos me lo imaginaba. Y que al final todo estará bien. 

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