
G.R.A.C.I.A.S
July 25, 2017

Monólogo Interno: Parte XVI
July 21, 2017

La Diáspora
February 15, 2017
Me mude
para los Estados Unidos hace dos años. Siempre habÃa querido hacerlo, mucho
antes de que la diáspora comenzara. Mucha gente me dijo; “¿para que te vas para
allá?”, “vas a extrañar muchas cosas”, etc. Y tenÃan razón, pero siempre lo
supe. Supe que extrañarÃa a mi familia, a mis amigos, a mi tierra. Eso nunca lo
dude, pero aun asà mi deseo de irme era más grande. Después de todo dicen que
la distancia hace que el corazón crezca más afable. No voy a mentir y decir que
fue fácil. Ha sido una de las decisiones más difÃciles que he tomado. Y aun
ahora, dos años más tarde sigue siendo difÃcil. Es ese constante hilo halándote
en la dirección contraria. Rogándote que vuelvas. Es por esto que cuando escucho los debates de “yo
no me quito” y “me quite y me va cabron” me da tristeza. Nadie de los que aún están
en la isla conoce la tristeza con la que vivos aquellos que “cruzamos el charco”.
La sensación de que por más tiempo que estemos acá nunca se sentirá como estar
en casa y a la misma vez, ir a la isla de visita y sentir que ya no perteneces.
Los comentarios de que porque ya no vivimos allá perdimos el derecho a comentar
la situación de Puerto Rico es triste. Entonces nos quedamos en ese limbo sin
saber a donde pertenecemos. Y pasa, que fue a nosotros los que nos tocó el palo
más corto. Y aun cuando fuimos nosotros los que escogimos el palo más corto no
deja de ser difÃcil. Somos los que no importa a donde vayamos a comer la comida
nunca sabrá igual a la de la isla. Los que como yo, se mudaron a un lugar donde
las temperaturas bajan a negativos, la nieve te llega a las rodillas y el frio
lo sientes hasta en los huesos. Asà que sin importar cuan “cabron” nos vaya
nunca será como un domingo en la playa con tus amigos sin ninguna preocupación.
Por más caliente que se vuelva acá nunca será como el calor de la isla. Asà que mientras te tomas el café de la mañana
escuchando al gallo cantar, no nos juzgues, porque al final del dÃa la tienes
mejor que nosotros.
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Con amor, Marimar: Carta II
November 6, 2016
Cariño, ya
hace algunos meses que he querido escribirte. Lo tengo todo. Lápiz, papel y las
ganas. Pero nunca me animo. Pienso en que quiero decirte, que es eso tan
urgente que necesitas saber. Cariño, es demasiado. Me sobran las palabras, ese
es el problema. Decirte que me has cambiado la vida se queda corto. Me has
cambiado el alma, cariño, que es diferente.
He tomado el lápiz, sabes. Pero es tanto lo que siento que se amontona
en mi corazón y se reúsa a salir. Decirte que gracias a ti sonrÃo mas se
quedarÃa corto, cariño, porque la verdad nunca supe que era un sonrisa hasta
que te conocÃ. He tenido las ganas. Las ganas de escribirte todos los dÃas. De
decirte. Pero nada sale, cariño. Decirte que me siento como si al fin me
hubiesen contado el secreto de la vida se quedarÃa corto, porque la verdad
nunca supe que existÃa uno hasta que te conocÃ. No me mueves solo el piso,
cariño, me mueves la vida, me mueves el alma. La sacudes tanto que apenas y me
reconozco al mirarme al espejo. Es como si al final me hubiese convertido en
esa persona que siempre debà ser y la vida se empeñó en sofocar. He querido decirte tanto, que al final me he
quedado sin palabras.
Con amor, Marimar
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Con amor, Marimar
October 31, 2016
Ayer mientras trazaba los lunares de tu espalda pensaba en cómo fue que
me fui a enamorar de ti. No fue algo difÃcil, la verdad. Tu risa contagiosa. Y
esas aventuras que solo se te ocurren a ti y terminan siendo inolvidables. Tu manÃa
de hablar inglés cuando quieres que sepa que hablas enserio. La certeza de que
siempre puedo contar con tu calor en los dÃas de invierno. Y tus ronquidos
también, para que mentir. Esa molesta manÃa de convertir todo en una broma,
como mecanismo de defensa claro. Tratando de esconder como en realidad te
sientes. ¡Que par! Tu escondiendo como te sientes y yo gritándolo a los cuatro
vientos. Nos complementamos, amor, no hay duda de eso. Ni siquiera en los dÃas más obscuros cuando
nuestros peores defectos salen a la luz. Cuando nos cuesta querernos hasta a
nosotros mismos. Es en esos dÃas cuando se hace más claro que somos el uno para
el otro. Quizás no en todos los
aspectos, pero al menos en los que más cuentan.
Amor, nunca he sido de letras, más bien de sentidos. De pasiones. De
certezas. De no decirte y sino enseñarte
lo que me haces sentir.
Con amor,
Marimar
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Mi año 2015: Cambios
January 4, 2016

Post Data. Una de mis resoluciones este
año será escribir más por acá y pienso cumplirla.
New York, Oh New York! Parte 4
April 30, 2015
19 de marzo de 2015
Cierro la puerta azul royal. Afuera la brisa ligera alborota las pocas
hojas en el patio. Me ajusto la chaqueta
un poco más al cuerpo. No hace mucha diferencia, en estos dÃas llevaba el frio
en los huesos. Un auto color vino tinto me espera. Mis tres maletas junto al
maletero, esperan ser guardadas. Camino hacia ellas con cuidado del hielo que
se ha formado en el suelo. Con cada paso el corazón me late más fuerte. “¿Todo
listo?”, me preguntan. Doy una última mirada. “Todo listo”, contesto. Ya en el
asiento de atrás pienso en las historias que terminan demasiado pronto. Escucho
que encienden el carro pero yo ando ya en otra parte. Por mi ventana el puente
de los sapos me saluda y si miro más allá 560 Main Street me cuenta que me va
extrañar. Una izquierda y Main Street aparece delante de mÃ. Y recuerdo todas
la veces que la recorrà al salir del trabajo.
Casi no hay nieve en ella, como si se hubiese puesto bonita solo para
mÃ. Paso un edificio gris con un letrero
que lee Temporaries of New England. Ese lugar donde deje tantas sonrisas y
memorias. Y mi corazón que parecÃa latir a mil por hora se detiene por
completo. Me quedo sin aliento. “¡Detente! Da la vuelta y entra en el edificio
gris”. Me bajo y me despido una vez más. Con el corazón apretado vuelvo al carro.
Y el silencio se apodera de mÃ. Me parece que se me han acabado las palabras. Toman
la salida 86 hacia el expreso I91 con dirección a New York. Es inevitable que
una lágrima se escape y los recuerdos asalten. Y pensar que hasta hace unos
meses ni siquiera sabÃa de este lugar. Y ahora me parecÃa estar dejando un
parte de mÃ. El viaje fue una macha en el espejo de mi puerta, mi cabeza a
miles de kilómetros de hacia dónde me dirigÃa. Pensando cuan injusta podÃa
llegar a ser la vida. Cuan cruel. Apenas me salÃan las palabras. Pero, ¿qué
podÃa decir? Que morÃa por regresa. Que detuvieran el carro. Que habÃa cambiado
de opinión. Ninguna era viable. Nunca fue mi decisión irme, irónicamente, como
nunca fue mi decisión llegar. Pero lo habÃa hecho y me habÃa terminado
enamorando del lugar. Ese que nunca habÃa escuchado. Que tienes que mirar con
mucho detenimiento para poder encontrarlo en el mapa. Y que quizás, esa nunca
fue la manera que quise irme a Nueva York. Lo querÃa hacer en mis términos. Sin
mandatos. Sin Ultimátum. Con opciones. Con cariño. Pero allà estaba de camino a
cumplir uno de mis sueños y sintiendo que se me quedaba el alma. Como
explicarlo. Pocos entendÃan que me sintiera tan triste de mudarme a la ciudad.
Pero como explicar algo que ni yo misma sentÃa. Las horas se hicieron minutos y
los minutos segundos, de pronto estábamos ahÃ. La ciudad delante de nosotros. Y
se abrieron las posibilidades. Y las oportunidades surgieron. Y de pronto el
mundo no era tan gris como pensaba. Más bien un azul gris. Con sabor a ciudad.
A libertad. A magia. A segundas oportunidades. Y deje de sentirme tan sola. Y
me di cuenta que estaba equivocada…Nueva York nunca habÃa dejado de ser mi
casa. Y estaba allÃ, recibiéndome con los brazos abiertos. Y aquel pequeño
pueblo que habÃa dejado atrás siempre estarÃa allÃ, feliz de recibirme,
también, con los brazos abiertos. Y me di cuenta que el hogar no es donde está
tu corazón…el hogar esta donde hay personas que te aman. Asà me di cuenta como Nueva York volvió a
entrar a mi vida. De sorpresa. De una vez. Sin aviso. Como solo él puede
hacerlo.
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