Martin, hoy
he tomado el dÃa para pensarte. Veras, es tu cumpleaños, y me dije “que mejor
dÃa para pensar en él.” Asà que, hoy Martin, hoy voy a tomarme la libertad de
pensarte. Y si, ya sé que fue lo que acordamos, pero que mejor dÃa para romper
promesas que el de tu cumpleaños. Veras, Martin, es que desde que abrà los ojos
estás conmigo. Estabas conmigo mientras tomaba mi café y hasta intentaste
colarte mientras me duchaba. Asà que, decidà “fluir” como andan diciendo por
ahÃ. ¿Recuerdas el viaje que hicimos juntos? Ese que casi perdemos por no
querer salir de la cama. Y si, fue mi culpa por empeñarme en contar de nuevo
cada uno de tus lunares. Como me fascinan tus lunares, Martin. ¿Recuerdas aquel
4 de julio? Ese en el que me juraste que la felicidad existÃa. Que la tenÃamos
nosotros agarrada de la mano. Sé que me mentiste, Martin. ¡Oh!, pero como ame tu
mentira. Como aun lo hago…
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Malditos MartÃn** que se empeñan en hacernos perder la cabeza, nos desorientan. Si supieran el efecto de sus palabras.
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