Un día cotidiano.

Hoy la vida me volvió a enseñar una lección que había olvidado. Me recordó que a veces en lo cotidiano encontramos algo que creíamos perdido. Hoy aprendí que se pueden encontrar felicidad en la simplicidad de las cosas. Aprendí a disfrutar de lo cotidiano. Y que muchas veces realmente no existe nada cotidiano. Que en la simplicidad de la cosas a veces encontramos la magia del mundo. Hoy reinvente mi relación con mi madre. Descubrí secretos entre la rutina y lo cotidiano. Limpie ventanas al son de Franco de Vita y Bon Jovi.  Descubrí que existe algo mágico en hacer algo tan común como limpiar una ventana. Créanlo o no, hoy me divertí como hace mucho no lo hacía. Hoy descubrí otro lado de mi madre y que a veces no somos tan diferentes como pensaba. Existe algo especial en el trabajar juntas con esfuerzo y ver otra cara de la persona que creías conocer.  Que a veces tratamos de resolver un problema con soluciones complicadas cuando se puede resolver con algo simple, a veces con una palabra, un gesto o un silencio. Que la rutina si miramos de cerca tiene su sentido y su pauta. Que existe algo que nos conforta en la rutina. Todo lo que hacemos tiene su magia aún cuando lo que hacemos es los más simple del mundo, lo más cotidiano.  Que no podemos dejar de creer y dar todo por perdido porque cuando menos lo pensamos la vida nos sorprende y nos toma desprevenidos. Esto es para ti Madre. Gracias por ser como eres. Gracias por todo lo que tengo. Porque eres una de las personas más especiales que conozco. Porque sin ti no estaría aquí hoy, escribiendo estas palabras. TE AMO.