Les voy a contar de Pamela.


La primera vez que la vi apenas y era una bolita envuelta en una sabana.  La podía cargar en uno de mis brazos sin el mayor esfuerzo. Pelo negro, ojos achinados y la misma nariz que todos en la familia de mi madre. La ame instantáneamente, sin preguntas, sin excusas, sin razón. La ame porque si. En esos primeros días en que la cuidaba, mientras dormía, cada 10 segundos revisaba a ver si estaba respirando. Esos segundos de pánico total mientras esperaba a que su pecho se moviera.  Nunca me he sentido tan viva, tan despierta, tan alerta que cuando la tenía en mis brazos. Pamela, con su pelo loco que ningún cepillo puedo dominar, con sus grandes ojos tan negros que puedes ver tu reflejo en ellos. La primera vez que la oí reír fue como si alguien apretara mi corazón. Y su risa esporádica se convirtió en mi sonido favorito. Pamela, con su alma de alguien mucho mayor. Cuando miras en sus ojos encuentra respuestas a preguntas que ni siquiera sabias que habías hecho. La amo con la clase de amor que ya casi no existe. Con la clase que te hace sentir invencible. Pamela, con su piel color canela, sus pestañas tan largas que rosan su parpado, su manos pequeñas que todo quieren tocar. Pamela, con su hoyuelos que solo muestra cada vez que le canto y le digo princesa. Pamela, la que llena mis días de luz, la que hizo que mi corazón se hiciera mas grande, la que tan solo con ver su rostro mejora mi día. Les voy a contar de Pamela y de como ha cambiado mi vida. De como espero que algún día de sus labios salga la palabra titi… 

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