Monólogo Interno: Parte IV



He descubierto en estos últimos días que esto de la amistad es algo muy efímero. Cuando somos pequeños y conocemos a alguien es tan poco el tiempo en que tardamos en convertirlo en nuestro mejor amigo/a. Lo curioso es que días después puede ser que el puesto de mejor amigo/a lo tenga otra persona.  Los niños tienen esa habilidad de seguir adelante, de no quedarse en el pasado, de tomar la vida más liviana. La amistad, al igual que el amor, es muy difícil de comprender. Un día eres amigo de alguien y al otro se pasan por el lado como si fueran completos extraños. Es parte de la vida dirán ustedes, puede ser. Aunque soy un fiel creyente de que las personas no cambian si creo que maduran y es en ese proceso en que comienzan a querer cosas distintas. Es ahí donde las amistades se disuelven y los amores acaban, cuando lo que queremos no concuerda con la persona que esta a nuestro lado. La mayoría en ese momento empieza a echar culpas a decir todo cambio porque tú cambiaste. Pues no es cierto, todo cambio porque esa persona maduro y dejo de querer las mismas cosas que tu. Es en ese momento, cuando te das cuenta que una de las  personas mas importantes en tu vida ya no quiere lo mismo que tu, que experimentamos la mayor herida. ¿Saben por qué? Porque si las personas realmente cambiaran existiría la posibilidad de que esa persona volver a querer las mismas cosas que tu, pero ¿que hacemos cuando no creemos? Cuando una persona madura ese “cambio” que ocurre es permanente y es eso lo que más duele. Se preguntaran porque estoy hablando de esto. Un tema algo incomodo, ¿no? Resulta en que hace unos días escuche a alguien cercano a mí decir que había perdido a su mejor amiga. Mi primer pensamiento fue, no se pierde aquello que nunca fue tuyo. Un poco cruel lo se. Suerte que solo lo pensé. Lo que si le dije es que a lo largo de la vida iba a tener una infinidad de amigas/os que siempre que “perdiera” uno mas adelante iba a encontrar otro. Que la amistad no se busca, igual que el amor, que la amistad te encuentra. Y a veces, si eres afortunado, encuentras a esa persona,  o si eres muy afortunado personas, que encajan contigo. Que comparten tus ideas y las que no comparte las respeta, pero que no existía en el mundo nada igual a la amistad que existía entre hermanas/nos. Que ella era extremadamente afortunada por tener una. Que esa es la clase de amistad que dura para siempre. La clase de persona que sabes que sin importar lo que haga siempre va estar ahí para ti, pero que también supiera que a veces una “hermana” no necesariamente lleva tu misma sangre. Y que es de vital importancia reconocerlo. ¿Y tu lo/la haz encontrado? 

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