Ella lleva horas sentadas a lado del teléfono. Las mismas que este lleva sonando. Ella sabe que es él, llamando para pedir otra oportunidad, como lo llevaba haciendo desde hace una semana. La primera vez que él llamo, ella contesto el teléfono totalmente desprevenida. HabÃa dejado hace dÃas de esperar a que él llamara. Asà que, cuando sonó el teléfono lo menos que espera era escuchar su voz desde el otro lado del teléfono. “Amelia, soy yo”. Ni siquiera tenÃa que decir su nombre, con solo escuchar su voz ella sabÃa exactamente quien llamaba. Sin querer su mente la transporto a Diciembre. A aquellos dÃas en su ciudad favorita. Por un momento pensó en colgar el teléfono. “Lo siento tanto, si solo me dieras otra oportunidad”, le oyó decir. Fue ahà donde entonces colgó, por miedo a decir algo de lo que se fuera arrepentir. Desde ese dÃa el teléfono no deja de sonar y su contestadora está llena de mensajes, todos de él. Ahora una semana después, el teléfono sigue sonando y la resolución de no contestar se va evaporando con el tiempo. A que le tenÃa miedo no sabÃa. Quizás a que él volviera a cambiar de opinión o a que ella fuera la que cambiara de opinión. Aún cuando él no llamaba, su mente siempre volvÃa a diciembre y ahora con la llamada era allà donde siempre estaba. El teléfono sonó otra vez y su mano reposa levemente sobre el… y ella piensa si debe contestar.
Continuara….
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