Desde otro punto de vista.


Sophia había estado trabajando en esa cafetería por 10 años. Había conocido a una buena cantidad de personas. Había oído muchas historias. Era considerable la cantidad de personas que venía a tomarse un café y contarle sus penas a un extraño.  Supongo que existe una clase de paz en contarle tus problemas a alguien que no sabe absolutamente nada de ti y que sabes que no te juzgara.  Desde hacía 2 años conocía a Viviana y desde el primer día que entro en la cafetería siempre pedía lo mismo, se sentaba en la misma mesa y estaba horas escribiendo en su computadora.  Siempre le pareció que estaba triste, como si cargara el peso del mundo en sus hombros.  La veía como, con el pasar del tiempo su tristeza se iba haciendo cada vez más grande. Aun cuando solo compartían en la cafetería  y casi no sabían mucho la una de la otra había comenzado a tomarle cariño. En un día de esos en que parecía un poco más triste fue que entro por primera vez el extraño de ojos azules.  Noto como Viviana lo observaba desde detrás de su computadora. El extraño pidió exactamente lo mismo que Viviana y salió. Ella le persiguió con la mirada. La escucho suspirar y volver a escribir en su computadora. Sophia se acerco para rellanar la taza de café y le pregunto: “¿Por qué no te le acercaste?, Viviana la miro avergonzada,” No sé de qué me hablas”. Sophia solo sonrió y volvió a su trabajo.  El extraño volvió todos los días después de eso pero ninguno de los dos se acerco al otro. Aunque Sophia sabía que ambos querían hacerlo. Viviana hacía varios días que no volvía a la cafetería y mientras tanto el extraño se sentaba en su mesa cada día.  Unos días más tarde, Viviana volvió. Por un momento se quedo mirando al extraño en su mesa y luego pensándoselo mejor corrió hacia otra mesa.  Los días pasaron con la misma rutina de siempre, el extraño se sentaba en su mesa y Viviana se sentaba en otra, siempre mirándolo desde detrás de su computadora.  Un día, cuando ya Sophia estaba contemplando seriamente intervenir, el extraño dejo una bufanda en la silla, Viviana tímidamente la recogió  y se fue a casa con ella. El día siguiente el extraño no volvió y Viviana volvió a sentarse en su mesa.  La vio como sacaba la bufanda de su bolso y acercarla a su nariz, sonriendo. En ese momento el extraño entro miro hacia la mesa donde se sentaba Viviana, sonrió y camino hacia ella. Le dijo algo que Sophia no pudo escuchar, Viviana se volvió y le sonrió. El extraño se sentó en la mesa con ella. Y desde ese día, Viviana y el extraño de ojos azules se sientan en la misma mesa, ella detrás de su computadora y él detrás de sus papeles. Si miran bien de cerca, pueden ver cómo a pesar de estar ocupados siempre hay una sonrisa, un roce, una mirada. Ellos aún no creen que estén allí, juntos. Sophia no, Sophia siempre lo supo. 

Post Data. Si quieres saber cómo todo comenzó lee:  Una historia más y El extraño en mi mesa.

2 comments

  1. Hay una tercera persona! y muy sabia al parecer jeje Sabes q la historia de la bufanda es mi favorita !!! ya quiero saber q va a pasar !

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  2. :D Ya puedes escribirme! Y si hay una tercera persona...y no te preocupes que continuo escribiendo.

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